LAS TUNAS, Cuba.- Este lunes la despenalización del dólar en Cuba cumple 27 años. La permisión se hizo efectiva el 27 de julio de 1993. El aniversario de la carta blanca al billete verde se consuma hoy con un repunte creciente del dólar de cara al peso cubano, en el contexto de comercios nacionales dolarizados y de autorización a los cubanos poseedores de cuentas bancarias en divisas para importar mercancías a través de empresas estatales.
El artículo 235.2 inciso a) del Código Penal expresaba que, “incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trecientas cuotas o ambas, el que mantenga en su poder moneda extranjera con infracción de las disposiciones legales.”
El inciso c) del propio artículo 235.2 de la ley penal cubana sancionaba con la misma pena, privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trecientas cuotas o ambas, al que, “adquiera en Cuba, en establecimiento comercial, por sí o por medio de otra persona, sin estar legalmente autorizado, mercancías que sólo se vende en moneda extranjera.”
En Cuba sólo estaban abastecidos con productos hoy llamados de “alta y media gama”, establecimientos comerciales conocidos como CUBALSE (Cuba al servicio extranjero), sólo para el uso de técnicos y diplomáticos acreditados, por lo que constituía delito para los cubanos adquirir mercancías en ellos, ya fuera “por sí o por medio de otra persona”.
Mediante el Decreto Ley No. 140 de 1993 fueron despenalizadas esas figuras delictivas, trascendiendo sólo en la memoria de los cubanos que sufrieron las sanciones, una cifra todavía por determinar, y en el nombre de las bolsas plásticas empleadas en aquellos comercios, CUBALSE, por extensión llamada así cualquier bolsa de las empleadas en los comercios hoy.
Una medida impositiva otra vez quiso poner freno al dólar como en su tiempo lo hicieron las sanciones penales, pero el pasado lunes 20 de julio, mediante la Resolución Extraordinaria No. 103 del Banco Central de Cuba, fue eliminado el gravamen del 10% impuesto al dólar americano, vigente desde 2004, cuando ya desde inicios de 2020, el billete estadounidense se cotizaba en el mercado cambiario no oficial al alza frente al peso cubano convertible (CUC).
Las Casas de Cambios oficiales (CADECA), hasta la eliminación del gravamen pagaban 84 CUC por 100 dólares, esto, cuando el billete de 100 ya era anhelado por los cambistas ambulatorios, que pagaban 99 CUC por dichos billetes, incrementándose en el mercado informal ya entre febrero y marzo de este año la tasa de cambio hasta 110 y 115 CUC por billetes de 100 dólares, la denominación más utilizada por los cubanos que viajan al extranjero.
Criminalizado, sancionada su sola tenencia con pena de cárcel, en Cuba el dólar pasó de villano a héroe durante la crisis atroz eufemísticamente llamada “Período Especial”. Y justo cuando concluyó el 27 de julio de 1993 la prohibición del dólar en Cuba, comenzó a funcionar una de las formas más expeditas para adquirir dólares en la Isla: La industria de las remesas.
“Qué amargura el día en que se crearon las tiendas en divisas para recoger una parte de aquel dinero que algunos recibían del exterior y gastaban en los productos codiciados de esas tiendas en momentos de gran escasez nacional, cuyos precios eran y serán inevitablemente altos, para invertirlos en las necesidades esenciales de los que no recibían del exterior absolutamente nada”, dijo Fidel Castro al periodista Ignacio Ramonet respecto a las tiendas abiertas según sus propias palabras “para recoger una parte de aquel dinero que algunos recibían del exterior y gastaban en los productos codiciados de esas tiendas en momentos de gran escasez nacional”.
Ahora también los cubanos nos encontramos “en momentos de gran escasez nacional”, y, a partir del lunes 20 de julio, cuando inicialmente 72 de las más de 4 800 tiendas genéricamente llamadas TRD (Tiendas Recaudadoras de Divisas) comenzaron a vender alimentos y otras mercancías a los cubanos poseedores de dólares estadounidenses u otras divisas fuertes, reinició la sinecura para las que fueron creados esos comercios, esto es, obtener divisas frescas imponiendo al consumidor un impuesto de 200% o más sobre el precio mayorista de importación o de producción nacional, cifras reconocidas por economistas dentro y fuera de Cuba.
Pero según dijo Miguel Díaz-Canel al presentar un paquete de medidas económicas en la reunión extraordinaria del Consejo de Ministros el pasado 16 de julio, “en la economía no podemos seguir haciendo lo mismo, porque, tal como lo estamos haciendo, no está dando resultados”.
En el caso concreto de las tiendas destinadas a la “captación de divisas”, o como el difunto Fidel Castro admitiera, tiendas empleadas “para recoger una parte de aquel dinero que algunos recibían del exterior”, cabe preguntar: ¿Cómo negocios que rinden el 200% o más sobre el precio mayorista de importación o de producción nacional “no está dando resultados” a decir de Díaz-Canel?
A propósito, y hablando de producción nacional, haciendo de abogado pro bono (por bien público), justo es decir que, se ha cometido una injusticia al censurar a un periodista de la prensa oficial por reportar las alabanzas de Díaz-Canel a la limonada.
Existe el precedente periodístico, luego válido, aunque no sea jurídico, donde Fidel Castro, promocionando el consumo de productos nacionales en el mismo año 1959, dice: “El jugo de tamarindo es una maravilla”; y existe una crítica del general Raúl Castro a los cubanos por la ineptitud para sembrar árboles frutales, y todavía estar comiendo de los “mangos sembrados por nuestros abuelos”.
Y, ciertamente, los jugos de frutas cubanas vendidos en las tiendas recaudadoras de divisas se cotizan a un precio estupendo y rinden ganancias de más del 200%. Un litro de jugo de mango con sólo el 37% de fruta cuesta 2.40 CUC, 60 pesos de salario cubano, por lo que a partir de ahora en las tiendas de moneda libremente convertible (MLC) quizás cueste ese mismo precio, o un poco más, pero… en dólares estadounidenses.
En Cuba ocurrió con la negación del billete verde estadounidense como sucedió con el dicharacho, “donde dije digo, digo Diego”; de tal suerte, viejas tiendas con anaqueles vacíos o escasamente abastecidas desde mucho antes de la llamada “ofensiva revolucionaria” de agosto de 1968, cuando hasta los cajones de los limpiabotas fueron “nacionalizados”, apresuradamente fueron rediseñadas para la “captación de divisas”, abriendo sus puertas por toda Cuba, como en sus mejores años de esplendor administradas por sus propietarios.
Y ahora está sucediendo exactamente igual. Sólo que, en 1993, para “captar” dólares fueron reacondicionadas las desvalijadas tiendas antes expropiadas, y, ahora, para volver por los dólares, están reacondicionando las desabastecidas TRD, las que sin billetes verdes no hay modo de abastecer porque luego de 61 años de ¿revolución?, la industria nacional no produce como en tiempos de nuestros abuelos. Mientras, el dólar estadounidense reverdece en Cuba, crece, y hasta fructifica como en la tierra de Washington.
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