LA HABANA, Cuba.- La selección nacional de fútbol saltó a la grama del terreno sin complejos y sin arrugarse, pero tampoco pudo sorprender. Una vez más fue vencida por su par de los Estados Unidos, con marcador de dos goles a cero, en partido amistoso celebrado la tarde de este viernes en el capitalino estadio Pedro Marrero.
El primer acto transcurrió con ritmo de idas y vueltas, con chances divididos a la ofensiva y un equipo cubano que por momentos embotelló al once visitador, aunque siempre faltó ese último pase efectivo que pusiera cara a cara a los atacantes criollos con la portería rival. El empuje no fue suficiente y el silbatazo del intermedio llegó con la igualdad reflejada en el pizarrón.
La segunda mitad no fue igual. El gasto físico comenzó a pasar factura a los de casa y los norteamericanos desbordaban por las bandas cada vez con mayor facilidad, era la crónica de una muerte anunciada.
Precisamente desde el sector derecho llegó el primer tanto de los triunfadores. Corría el minuto 68 y más de 10 mil aficionados presentes hablaban de la mejor actuación de la tricolor criolla en los últimos años, cuando el portero Sandy Sánchez detuvo un disparo raso al primer palo dejando de rebote un balón servido a puerta vacía que, J. Wondolowski, empalmó de pierna zurda al fondo de las redes.
En lo adelante el choque se convirtió en un monólogo de ataque Made in USA. Diez minutos más tarde el lateral izquierdo, Green, atajó una serie de rebotes en el área chica de Cuba y plasmó el definitivo dos a cero.
La selección estadounidense viajó a La Habana con sus principales figuras, encabezadas por el centrocampista Christian Pulysic, jugador del club bávaro Borussia Dortmund, y una comitiva liderada por Tom King, presidente de la federación de la disciplina en el país norteño.
El partido se había anunciado desde inicios de años, a propuesta King, para celebrarse en una de las fechas FIFA de octubre.
Luis Hernández, presidente de la federación cubana, previo al juego declaró a los medios oficiales que “se aceptó la invitación porque luego de la eliminación rumbo a Rusia 2018, los muchachos necesitaban saber que existen, que son importantes y que tienen que prepararse para nuevos retos”.
Paridad en la cancha, desorganización en las gradas
Cerca de la 2 y media de la tarde ya se habían vendido todas las entradas al recinto deportivo, el cual permanecía semivacío al tiempo que en los exteriores las colas para acceder crecían aceleradamente.
Yordan Cabranes Fuentes, joven de 19 años, declaró que las papeletas, con precio estatal de dos y tres pesos, estaban siendo revendidas por varias personas a un costo de dos CUC.
“Es un descaro, el estadio no tiene entradas porque las vendieron por cantidades a una misma persona. Entonces ahora para poder ver un fútbol más o menos cercano a calidad mundial, tuve que pagar casi veinte veces lo que valen”, expuso Cabranes. “Esto tiene que estar cuadrado (congeniado) entre los trabajadores y la policía, porque los revendedores andan a la cara y nadie dice nada”.
Asimismo, amplió que varias personas que no pudieron costear las entradas en el mercado negro, abandonaron las colas y regresaron a casa para observar el partido desde la televisión.
En otro aspecto que creó malestar a los aficionados, los organizadores decidieron separar la barra de los visitantes de la local mediante un cordón de agentes de seguridad vestidos de civil.
Para mayor contradicción, situaron la hinchada norteamericana en una sección justo al centro de las graderías, impidiendo el tránsito de los aficionados cubanos hacia el sector oeste del estadio.
Concluido el primer parcial, en medio de un tumulto que protestaba a tres metros de los fanáticos estadounidenses, fue que se habilitó un pasillo para facilitar el tráfico hacia las gradas vacías.
Néstor Limas, asistente al encuentro, refirió que “los primeros 45 minutos de juego fueron una tortura, estábamos unos encima de otros y no te dejaban pasar para el otro lado porque los yumas estaban sentados en el mismo medio”.
A los reclamos de la concurrencia, Limas comunicó que los agentes de seguridad dijeron que no se trataba de una cuestión discriminatoria, sino que “ellos habían pagado por estar cómodos y se tenía que respetar”.
Fuentes en el estadio confirmaron que cerca de 5 mil capacidades fueron entregadas por invitación a estudiantes, trabajadores y deportistas.