LA HABANA, Cuba.- Llevar la comida diaria a la mesa ha sido un verdadero reto para los cubanos, pero desde que se anunció el confinamiento, y con este las restricciones para trabajar, conseguir sustento pasó de ser un desafío para convertirse en una cuestión de supervivencia al estilo Survivor, el conocido reality show.
“Me dedicaba a hacer bombones en mi casa, pero ahora con las escuelas cerradas y los policías detrás de los vendedores ambulantes es imposible. En este tiempo esta gente (los policías) no entienden de patentes, ni de papeles. Si te cogen te quitan todo”, denunció a CubaNet Israel Campos, residente en la provincia Mayabeque.
“Salgo a la calle a hacer lo que aparezca, unos días hago de ayudante de albañil y otros recojo un poco de mangos o ciruelas y las vendo a escondidas, no me voy a morir de hambre”, agregó.
En Mayabeque los carniceros del sector privado, que por lo general cuentan solo con carne de cerdo, venden también sus productos tratando de que no los descubran. Después de varios operativos donde hubo decomisos por vender a precios por encima de los topados, estos particulares decidieron seleccionar a sus clientes. La venta es por piezas (pierna, lomo, paletas), y en caso de cerrar un trato el cliente tiene que ir a casa del vendedor a recoger el producto.
“En mi punto de venta habitual no trabajo más hasta que todo esto termine. No puedo vender al precio que estos descarados quieren. Me quedo en mi casa y cuando quiera vender, salgo en bicicleta con fotos de los productos en mi teléfono y le vendo a personas de confianza”, dijo un carnicero particular que no quiso ser identificado por temor a represalias.
Por otra parte, los vendedores particulares de viandas y hortalizas cerraron sus establecimientos en muchos lugares cuando el gobierno decidió decomisar la mercancía y venderla a un precio menor en los establecimientos estatales. Estos cuentapropistas también optaron por ofrecer sus productos por pedidos a personas que no los vayan a delatar a las autoridades.
Sin embrago, el gobierno habilitó contactos de teléfono para denunciar a los cubanos que cometan este tipo de “delitos”.
Otros particulares, como los peluqueros, también se resistieron a dejar de trabajar después que se los prohibieron.
“Tengo una familia que alimentar, ahora trabajo a domicilio. Voy a las casas de mis clientes y los pelo allí. Tengo un teléfono para comunicarme con ellos”, dijo un barbero de Mayabeque que se identificó como Rodney.
Así mismo, los vendedores de pan ambulantes también se están arriesgando a ser multados o incluso ir arrestados por vender en la calle. “Tengo que estar a cuatro ojos, si la policía está por aquí cojo por allá, y así los evito. Tengo que arriesgarme, no puedo parar de vender”, aseguró un vendedor de pan de la provincia, que dice que ahora no puede pregonar, sino que va a casas específicas para poder vender su producto.
“Hasta la fecha superan las 17 000 acciones de control, que abarcan imposición de multas, retiro de licencias y del permiso de arrendamiento de locales estatales”, informó al diario oficialista Tribuna Orestes Llanes Mestre, coordinador del Programa de Fiscalización y Control del Gobierno de La Habana.
El funcionario también destacó que en este momento deben ser “implacables contra las ilegalidades. Deben ser medidas ejemplarizantes”, agregó.
Actualmente existen 222 723 trabajadores por cuenta propia con suspensión laboral, de un total de 632 000 en toda la Isla, según datos del sitio oficial Cubahora.
Mientras el cubano trata de sobrevivir a escondidas, el gobierno sigue sin ayudar en este tiempo de confinamiento, por el contrario, se ha dedicado a ortigar al pueblo y a transmitir por el noticiero de televisión juicios cortos ejemplarizantes que “sirven como vacuna a los que quieran salirse de la raya”.
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