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LA HABANA, Cuba.- Si complicada resulta la situación del transporte urbano, detrás no se queda el servicio interprovincial. En especial, quienes necesitan emprender viaje hacia el este del país sin una reservación previa, terminan enfrentándose a la lotería que resultan ser las autopistas o pernoctando varias jornadas en las terminales.
En la isla, los servicios de transportación interprovincial son realizados por la Empresa Nacional de Ómnibus, la Unión de Ferrocarriles de Cuba, la empresa aeronáutica Cubana de Aviación, la Empresa VIAMAR (encargada de la transportación marítima hacia el Municipio Especial Isla de la Juventud), los Porteadores Privados con Licencia de Operaciones de Transporte y en menor escala la Empresa CUBATAXI.
Para los meses de julio y agosto, el Ministerio de Transporte (MITRANS) había anunciado un incremento en la demanda interprovincial, pronosticando un flujo de viajeros superior a los dos millones y medio.
Adalberto Curvelo Frómeta, inspector del MITRANS, explica que para enfrentar la etapa la cartera diseñó un programa donde las empresas estatales asumirían el “ambicioso” plan de trasladar alrededor de dos millones de personas, dejando a cargo de los operadores particulares cubrir el resto de la demanda.
Señala Curvelo que para fortalecer el transporte interprovincial se dotó a la empresa Asociación de Transporte por Ómnibus (ASTRO) de cincuenta nuevos ómnibus Yutong, apoyo que permitió completar más de 400 salidas diarias y en un recorrido aproximado de 130 mil kilómetros por jornada, unir unos 70 destinos a lo largo de la isla.
No obstante, salvo hacia Pinar del Río y Matanzas, en junio las agencias estatales de viaje ya habían agotado hasta septiembre todos los pasajes en pesos. El transporte aéreo fue el primer medio en vender todos los cupos previstos para el verano, con cerca de seis meses de antelación.
La empresa Vía Azul, al igual que ASTRO perteneciente a la Empresa Nacional de Ómnibus, termina siendo la única opción donde se pueden reservar asientos, pero el costo en CUC de sus servicios constituye una barrera económica para el cubano promedio.
En opinión de Curvelo, “después de tanta planificación” el verano “los agarró con los pantalones abajo, porque la cantidad de gente en las terminales y carreteras supera a las capacidades que se habilitaron con las salidas extra”.
En la capital, las instalaciones de la Terminal de Ómnibus Nacionales ASTRO y la terminal La Coubre, acogen en condiciones de hacinamiento a centenares de personas que sin tickets para viajar acuden diariamente a “chequear” las oportunidades de resolver, por debajo del tapete, uno de los pasajes correspondiente a la lista de espera.
Vladimir Maceda Chacón, quien desde la terminal ASTRO de La Habana intenta retornar a su domicilio en la provincia Las Tunas, comentó que hacia el oriente del país los llamados “fallos” avanzan menos de cien posiciones por semana en listados que superan al medio millar de personas para cada uno de los destinos provinciales.
“Los turnos se estancan, porque los trabajadores de la terminal los venden ‘por fuera’, lo mismo en 15 que en 20 CUC. Es complicado, hay mucha gente también a la caza, yo mismo no he podido comprar ninguno”, dijo Maceda. “Pero hay quien no puede pagar los pasajes a ese precio, y se le complica mucho salir de aquí”.
La terminal La Coubre, debido a que presta servicios de transporte en ómnibus y ferrocarril, es uno de los puntos de embarque donde más personas se acumulan.
“Si vienes dentro de tres días y te fijas bien, vas a descubrir que muchas de las mismas caras siguen aquí”, refleja Caridad Rodríguez Vera, una señora de 64 años que, anotada en la lista de espera del tren que va de la capital a Santiago de Cuba, junto a su esposo, lleva 13 días viviendo en las instalaciones de la terminal.
El tren “santiaguero”, un equipo francés de varias décadas de explotación, tiene una frecuencia de cada cuatro días y una capacidad relativa que puede superar los 600 pasajeros.
Aunque los pasajes se venden con anticipación, este medio de transporte se reserva un número de cupos que luego ofrece en una modalidad de ‘última hora’ similar a la de Cubana de Aviación, donde las personas pueden adquirir pasajes en CUC.
“Eso nada más lo pagan los ‘yumas’ (extranjeros). Nosotros tenemos que esperar por los fallos. Tenemos el 1300 y la lista anda por los 400”, acotó Rodríguez.
Seis meses atrás el tren tenía una frecuencia de cada tres días, pero trabajos de mantenimiento en las líneas obligaron a cambiar el itinerario a un recorrido más largo y añadir un día más de descanso. Sin embargo, concluidas las reparaciones y retomada la primera vía, se mantiene la periodicidad eliminando tres viajes mensuales.
Las afectaciones del servicio ferroviario son comunes a lo largo del año. A principios de julio, por roturas en la locomotora del tren que cubre el tramo La Habana-Artemisa-Pinar del Río, la ruta pasó más de veinte días inhabilitada.
Ante la falta de posibilidades a los viajeros solo les queda recurrir a los porteadores particulares y las autopistas, donde rige la ley de oferta y demanda y no existen disposiciones legales que regulen la especulación con los precios de los pasajes.
Según Yassel Jerez Portelles, gestor de viajes del sector privado en la terminal de ASTRO, los costos de las “carreras” en autos ligeros fluctúan de acuerdo al horario del día.
Jerez, dijo que en la tarde “los precios ya se disparan para arriba, y en la noche se duplican. A Villa Clara suben de 10 CUC a 20, y a Santiago de Cuba se pueden montar en 40 CUC”.
Los camiones de pasaje son la opción económicamente más asequible, y aunque también son mucho más lentos y con peores condiciones, tampoco escapan a la especulación.
Varios viajeros abordados al respecto en la autopista La Habana-Pinar del Río, acotaron que con la llegada del verano el precio de los pasajes se incrementó de 40 a 60 pesos. A provincias más cercanas, como Mayabeque y Artemisa, los topes llegaron de 15 hasta 25 y 30 pesos.
Mientras, en la terminal La Coubre, donde también operan los porteadores privados, el costo a Santiago de Cuba (destino más lejano) subió de 10 a 15 CUC, y en ocasiones a 20.
“Al final tienes que hacerte el harakiri y morder con los camiones. De lo contrario lo único que queda es ‘pedir botella’ (aventón) en la autopista. Pero la gente pasa cuatro y cinco días durmiendo en las cunetas hasta que logran llegar a Oriente”, comentó David Verdecia Castro, quien en la terminal La Coubre aguardaba por un transporte a Camagüey.