LA HABANA, Cuba.- El Centro de Estudios Martianos fue sede este jueves 15 de septiembre de una conferencia impartida por la historiadora oficialista Francisca López Civeira, titulada “La mirada cubana a los Estados Unidos durante la Primera Ocupación Militar”. Un suceso que ocurrió en el período 1899-1902.
Tal como se esperaba, la doctora Paquita -como se conoce a la conferencista en los medios historiográficos- dedicó casi toda su disertación a reflejar el sentir de los sectores de la sociedad cubana que se oponían a la ocupación militar norteamericana de la isla al finalizar el dominio español en 1898.
En realidad eran tiempos de incertidumbre por saber si finalmente el Gobierno norteamericano cumpliría el espíritu de la Resolución Conjunta del Congreso de ese país, que había refrendado, aun antes de comenzar el conflicto hispano-norteamericano, que Cuba debía ser libre e independiente.
A la postre sobrevino la independencia, pero con el apéndice de la Enmienda Platt, que en cierta manera mermaba nuestra soberanía. De más está decir que la señora López Civeira, también profesora titular de la Universidad de La Habana, arremetió contra ese documento.
Sin embargo, muy poco dijo la conferencista acerca de la labor benéfica desplegada por los dos gobernadores militares norteamericanos que hubo en Cuba, y que lograron levantar la isla de las cenizas tras tres años de sangriento enfrentamiento contra el colonialismo español.
Si consultamos la excelente obra Historia de la Nación Cubana, escrita en diez tomos en 1952, como homenaje al cincuentenario de la República, llegamos a conocer lo mucho que hizo el gobernador John Brooke para sanear la isla y organizar la vida política del país. Durante el mandato de Brooke se creó la Guardia Rural, que impuso el orden en los campos cubanos. Además, fueron nombrados gobernadores provinciales y alcaldes, todos cubanos. Se pavimentaron muchas calles habaneras, y se les dio un impulso a los servicios de alcantarillado y recogida de desperdicios. Antes de dejar su cargo, Brooke organizó un censo de población, que resultó de mucha utilidad para la vida económica y social de la futura república.
El sucesor de Brooke, Leonardo Wood, destacaría por su apoyo a las obras públicas y al sistema educacional. En esta etapa se construyeron carreteras, se embelleció el Paseo del Prado, y fueron iniciados los trabajos para el trazado de la avenida del Malecón. También se inauguró la Escuela de Artes y Oficios, y aparecieron el ferrocarril central y los tranvías eléctricos.
En lo concerniente a la educación, Wood y sus funcionarios crearon un Manual para Maestros que contribuyó al renacimiento de la depauperada enseñanza primaria. Por otra parte, un grupo de maestros cubanos tomaron un curso de verano en la Universidad de Harvard con el objetivo de mejorar la educación pública en la isla.
Es muy probable que a la doctora Paquita no le agrade consultar la Historia de la Nación Cubana, pues seguramente la considera una obra repleta de “rezagos burgueses”. En su conferencia, ella solo habló del saneamiento de la isla impulsado por los interventores como un medio para proteger la salud de las tropas de ocupación norteamericanas. Y sobre la labor educativa de Wood dijo únicamente que su objetivo era inculcarles a los cubanos los valores de la sociedad norteamericana.
Cualquiera diría que conferencias como esta se inscriben en la contraofensiva lanzada por los elementos de línea dura de la nomenclatura raulista para contrarrestar la influencia que hubiese dejado la visita del presidente Obama.