¡Oh, río Quibú! El Amazonas es más caudaloso, el Nilo es más largo, pero ¡oh, Quibú!, ninguno es más apestoso que tú”. Rimaba el humorista Héctor Zumbado, ante el río de Marianao que alguna vez tuvo aguas cristalinas.
Muy lejos quedó la fama del manantial de aguas medicinales en sus orillas. En el siglo XIX, las visitadas fuentes eran propiedad de doña Beatriz Navarrete. En la lápida que antaño se colocó allí leemos:
Reinando la Majestad Don Fernando VII (QDG) / El excelentísimo Sr Don Dionisio Vives / El Sr Don José Ma. Calvo, Alcalde de primera elección de La Habana / Con el auxilio del Real Consulado / Y de los vecinos, se construyó esta fuente, el 22 de Julio de 1831 / Don Ignacio Tovar dirigió la obra.
Cubanet visitó Los Pocitos, curioso de la legendaria fuente y los vecinos que la rodean. Nos cuenta María Josefa, una ancianita, originaria del lugar, que las aguas del manantial eran llevadas a lomos de mula y en carretones de caballos a las casas de los pobladores. “Ahora como ya lo ves, la fuente y el río están contaminados. No existe la menor voluntad por rescatar la histórica tradición. Y nosotros vivimos dentro la miseria, ya sin las aguas del milagroso manantial, como si navegáramos entre los excrementos, que corren por el río Quibú”.
Y concluyó diciendo la viejecita: “Mira, mi hijito, si el mártir José Testa Zaragoza, asaltante del cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, y natural de aquí, de Los Pocitos, volviera a nacer, estoy segura que se enfrentaría sin pensarlo dos veces a esta desgracia de gobierno”.
Con el paso del tiempo, esta comunidad que en la República se caracterizó por las excelentes condiciones ambientales, se ha degradado hasta el extremo. Sus casitas de llega y pon sirven para resumir las condiciones de vida de todo un asentamiento poblacional que se extiende por gran parte de la ribera del río Quibú. Son familias que han venido de los campos, y descendientes de esclavos africanos que hubo en esta zona.
Esta barriada –como casi todo Marianao– muestra un cúmulo impresionante de problemas sociales que van desde el deterioro del fondo constructivo, el hacinamiento habitacional, la degradación de las redes hidrosanitarias, las peores escuelas del municipio, la contaminación del río Quibú, hasta todas las formas de violencia. Los Pocitos es hoy una zona marginal, de alta peligrosidad, dentro de la capital cubana.
Entre los años 2006 y 2011 la barriada pareció mejorar por el proyecto Pocitín, una propuesta socio-cultural que promovía la educación y el desarrollo del arte, a fin de desmarcar a este territorio de las constantes peleas callejeras y las actividades delictivas.
Cubanet conversó con uno de los gestores del proyecto, que desapareció hace ya cuatro años. Su nombre es Adrián Sosa Blanco, nacido en este barrio, conocedor de la historia de Los Pocitos, quien además había dirigido la Casa del Joven Creador, conocida por La Madriguera. Su liderazgo le permitió convertirse en uno de los artífices del programa. “Me esforcé en estimular la iniciativa creadora y el apoyo de sus residentes. Habilitamos una nave, en las calles 136 entre 83 y 85, donde se comenzaron a brindar talleres sobre cultura de paz, drogadicción y alcoholismo, atención a la niñez, entre otros problemas que afectaban el barrio. Nos visitaron artistas de prestigio nacional. El proyecto logró cambiar la imagen negativa de Los Pocitos”.
En el 2010 la prensa local reconoció que Pocitín clasificaba entre los tres proyectos culturales más importantes de la capital, logrando cambios positivos en la mentalidad de los residentes.
Infelizmente, la burocracia acabó con el proyecto Pocitín.
Muy lejos quedó el manantial de aguas medicinales en las orillas del Quibú, hoy, el contaminado río, con sus basureros y sus pestes, es una vergüenza, otra más