LA HABANA.- La prohibición de salida del país a los activistas por los derechos humanos se ha convertido en práctica habitual. Los mecanismos de represión se han ido perfeccionando. De la llamada “regulación” que solo podía ser aplicada legalmente a los profesionales con acceso a información “sensible” a la seguridad nacional, han pasado a la prohibición expresa.
José Ramón Polo, miembro de la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana (MDJC), ha sido víctima en más de una ocasión de esta arbitrariedad. La última fue este mismo mes, cuando intentaba llegar a unos talleres de capacitación en Argentina.
“Nunca nadie me había dado tantas explicaciones”, dice Polo. “En emigración no había ninguna limitación, y nos dijeron que fuéramos al banco por si debíamos dinero, por si teníamos alguna multa o le debíamos algo al Estado porque en estos momentos no se prohíbe la salida del país a nadie”, cuenta que les dijeron en el aeropuerto. Cree además que la oficial de aduana realmente no sabía nada.
Sin embargo, el activista tiene una teoría al respecto.
“Todo empezó cuando aparecí en una lista de candidatos independientes sin que contaran conmigo”, comenta Polo.
Según el activista las cosas se trocaron cuando la Mesa, como parte de la plataforma política Otro18, comenzó a brindar capacitaciones junto a Cubalex a los jóvenes que tenían aspiraciones políticas.
José Ramón se enteró de que propuesto a candidato independiente cuando el periodista Edmundo García, quien no se presentó por su nombre tampoco, le tocó a la puerta para entrevistarlo.
“Me dijo que el listado se lo había dado una universidad de México”, y dudó desde el inicio, pero terminó respondiendo unas preguntas ante una cámara, y lo primero que dice es que él no es candidato.
La entrevista duró 15 minutos y tiene tintes de interrogatorio de la Seguridad del Estado. El periodista hace preguntas que nada tienen que ver con la labor que el activista le dijo que hacía desde su organización con los candidatos. Le pregunta sobre sus ingresos económicos, sobre si recibe apoya de los Estados Unidos e intenta que hable mal de otros opositores.
El camarógrafo que acompañaba al Edmundo García de incógnito hace paneos por la casa y enfoca el teléfono en sus manos tratando de identificar la marca del dispositivo. A penas hay cortes en un material que solo pudo haber durado tres minutos.
“Todavía no sé cómo llegó a mi casa”, pero después comenzaron las presiones sobre sus familiares y amigos y finalmente la prohibición de salida del país. “Fueron hasta Párraga a amenazar a mi padre y eso solo lo habían hecho al principio”, cuando se dio cuenta de que no estaba “defendiendo al pueblo” como le dijeron que debía hacer cuando se graduó de cadete del MININT.
La ruptura con el Gobierno y su negativa a formar parte del cuerpo represivo le ha traído como consecuencia de que no pueda acceder a ningún centro de estudio dentro de la isla y de que su negocio por cuenta propia le fuera cerrado por su actividad opositora.