GUANTÁNAMO, Cuba. -El CEPRU (Centro Ecológico Procesador de Residuos Urbanos) comenzó en el 2000 por iniciativa de Irania Martínez García en el barrio Isleta, al sur de la ciudad de Guantánamo, en un área donde existía un enorme basurero.
“Muchos me tildaron de loca, pero un día se me unieron varios vecinos y comenzamos a clasificar la basura y hacer compost (compuesto orgánico que sustituye a los fertilizantes químicos con nutrientes esenciales para los suelos como nitrógeno, fósforo y potasio). Sin necesitar grandes recursos nos insertamos en 27 programas de la agricultura urbana entre los que resaltaban la protección ambiental, la producción de materia orgánica, plantas medicinales, alimento animal y la reforestación pues plantamos 5000 árboles maderables y frutales”, recuerda Irania.
Repercusión en los medios y premios
En Cuba los principales medios gubernamentales le hicieron entrevistas a Irania y publicaron reportajes sobre el CEPRU. Otros medios de prensa extranjeros también se hicieron eco de su labor.
Entre los premios más significativos recibidos por el proyecto, están el Premio Internacional de la ONU a la innovación y la creatividad, 2006, el Premio Nacional del Medio Ambiente, 2006, el Premio de Excelencia en la Agricultura Urbana, 2006 y 2008, el Premio Defensora del Planeta, otorgado por la CNN en el 2008 y el Premio Mejor Ciudad, Mejor Vida, otorgado por un jurado internacional en la Exposición Universal de Shanghai, China, 2010.
Dificultades y encontronazos
Según Irania, la Empresa de Cultivos Varios nunca tuvo una clara percepción del proyecto, pues se interesaba más por los ingresos que generaba el CEPRU que por el favorable impacto ambiental y social logrado en la zona.
A pesar de los logros obtenidos, dicha entidad y la Delegación de la Agricultura siempre fueron reacios a reconocerlos, aun sabiendo que se trabajaba sin contar con los medios de protección establecidos para un lugar de alto riesgo biológico.
“Nunca nos garantizaron los medios de protección de forma estable. La asistencia médica se obtuvo por mi intercesión, la mayor parte de los medios de protección que recibíamos eran donados por entidades extranjeras y nunca llegaban al proyecto en su totalidad pues una parte era desviada hacia la empresa de servicios comunales, como ocurrió con un camión que nos enviaron desde St. Augustine, Estados Unidos. Obviamente, yo reclamaba los derechos del proyecto, que se cumpliera lo establecido y eso caía mal”, asegura Irania.
“Si el proyecto no alcanzó mayores dividendos económicos fue por la negligencia de la empresa, la cual no comercializaba con eficiencia las cientos de toneladas de materia orgánica y las posturas de árboles maderables y frutales”, agrega.
Por todas esas incomprensiones y falta de apoyo, en el 2012 Irania decidió salir del proyecto. A partir de entonces todo lo que se había logrado en el lugar se perdió.
Hablan los vecinos
Claribel Rojas Martínez, vecina del barrio Isleta, una de las primeras en incorporarse al proyecto, refiere que fue algo bueno pero que se ha perdido todo, e igual opinión tiene la señora Joaquina Bulgar Herrera, vecina colindante con Claribel.
Sin embargo Asiel Jérez Maceo, encargado de la custodia del lugar, reconoce que gracias al proyecto se logró eliminar el basurero y la comunidad se benefició con la construcción de calles. Pero la contaminación siguió existiendo allí. Según expuso a Cubanet, Irania comenzó a cocinar los restos que le enviaban del matadero y a vendérselos a los cientos de personas que desde temprano hacían cola frente al CEPRU. Eso provocaba pestilencias en el área, malestar entre los vecinos, quienes le reclamaban a Irania. Pero ella no hacía caso y además maltrataba a quien la inquiría. A los visitantes sólo les mostraba la parte más bonita del proyecto, asegura.
Alfonso Maceo Marcheco, otro cuidador del lugar, coincide con lo dicho por Asiel y añade que la finca no está abandonada pues ellos continúan atendiendo el área y sembrando. Irania es una mujer de un carácter muy fuerte, no se le podía discutir nada, nos dijo, y también refirió que ellos han planteado la situación del área pero no han recibido respuesta.
Otros vecinos colindantes, Arelis Maceo Marcheco y Armando Otamendiz Pérez refieren que Irania comenzó muy bien pero después estaba haciendo un gran daño a la población porque esos desechos que venían del matadero y ella cocinaba para vendérselos a los criadores de cerdos creaban un mal olor insoportable. Ni con las casas cerradas podíamos vivir, aseguran. También agregaron que hubo un momento en que más de cuarenta vecinos estuvieron ingresados con dengue debido al criadero de mosquitos causado por la gran cantidad de neumáticos abandonados en el área y que todavía permanecen muchos residuos sólidos sin recibir tratamiento, lo cual es una amenaza para la salud de los vecinos.
Hoy el CEPRU, como otros muchos proyectos cubanos, sólo puede mostrar el hiriente rostro del abandono y la presencia peligrosa de montones de desechos contaminantes que nunca fueron reflejados por la prensa oficialista cuando era objeto de reiterados elogios y premios.