GUANTÁNAMO, Cuba. -Hoy 2 de julio se cumplen 95 años del nacimiento de Eliseo Diego, uno de los grandes poetas hispanoamericanos del siglo XX. Habanero, nacido en una familia acomodada, desde muy temprana edad tuvo contacto directo con la cultura europea gracias a un viaje que realizó a la edad de seis años con su familia por Francia y Suiza.
Graduado como bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de La Habana en 1940, en 1941 matriculó la carrera de Derecho en la Universidad de la capital pero en 1943 abandonó esos estudios. Años más tarde se graduaría como doctor en Pedagogía.
Ya en 1943 estaba vinculado al consejo de redacción de la revista Clavileño, núcleo del grupo Orígenes, cuyos postulados estéticos y obra gozaron de resonancia continental debido a la hondura y trascendencia de los intelectuales que lo conformaron, entre los que estaban José Lezama Lima, Ángel Gaztelu, Fina García Marrúz, Cintio Vitier, Mariano Rodríguez y Julián Orbón, más otros intelectuales como Gastón Baquero, excluido del Diccionario de Literatura Cubana publicado en 1980 por la editorial Letras Cubanas por haberse exiliado en España y disentir del castrismo.
Un poeta singular
Cuando triunfó el castrismo ya Eliseo Diego era un poeta que había publicado sus libros de prosas poéticas “En las oscuras manos del olvido” y “Divertimentos”. En 1949 vio la luz su poemario “En la calzada de Jesús del Monte”, uno de los más conmovedores cantos citadinos que se hayan escrito en Cuba donde se entrelazan el tiempo, la nostalgia y una vehemente introspección que alcanza connotaciones indelebles.
Con posterioridad publicó los libros de poesía “El oscuro esplendor”, “Muestrario del mundo o libro de las maravillas de Boloña”, “Versiones” y “Nombrar las cosas” así como “Divertimentos y versiones”, libro de cuentos y prosas breves.
Antes de radicarse en México Eliseo ejerció una notable influencia literaria en Cuba donde ocupó cargos de relevancia tanto en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) como en otras instituciones culturales. También se destacó como traductor.
A pesar de permanecer en el país hasta finales de la década de los años ochenta del pasado siglo en su obra no abundan las loas al castrismo ni a sus héroes y mártires, como ocurre con otros escritores y poetas contemporáneos suyos, aunque tampoco pudo sustraerse a la tentación de homenajear al Ché Guevara, para quien escribió el poema “Donde nunca, jamás se lo imaginan”.
En “Los días de tu vida”, publicado inicialmente en 1977 nos entregó una poesía transida por su fe religiosa- característica presente en otros integrantes del grupo Orígenes-, algo que se prolongaría en poemarios como “Cuatro de Oros”, ”Inventario de asombros” y “A través de mi espejo”.
En 1986 recibió el Premio Nacional de Literatura junto con José Soler Puig y José
Antonio Portuondo y en 1993 el Premio Internacional de Literatura Juan Rulfo.
No se habla mucho de Eliseo Diego en la Cuba actual. Mucho menos de su muerte ocurrida en 1994 en México. Pero todavía quienes aman la poesía lo tienen como un referente extraordinario y recuerdan su poema “Testamento”, que termina contundentemente, legándonos todo el tiempo, una lección de humildad que no envejece. ¿Acaso ese poema era una premonición de este tiempo amargo que nos tocaría vivir?
TESTAMENTO
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.