LA HABANA, Cuba. – La “zanja de Mulgoba”, es un desagüe de aguas albañales adyacente a la avenida Boyeros. Se extiende a lo largo de las entradas de los repartos Mulgoba y 1ro de Mayo. Tiene más de dos kilómetros de largo, cuatro metros de ancho y tres metros de profundidad por donde pasan desechos de todo tipo, y ha permanecido allí más de 30 años.
A lo largo de todo ese tiempo ha cobrado muchos accidentes, algunos fatales. Pero nadie se ha preocupado por dar solución a un problema tan evidente. Tampoco las autoridades se han interesado en llevar registro de tales sucesos.
Sin embargo, los vecinos de la zona conservan anécdotas estremecedoras. Así está Irais García, vendedora de maní de la zona, que cayó en el hoyo y casi le cuesta la vida, según cuenta a Cubanet. “Yo estaba vendiendo maní en la parada de Mulgoba, por un momento me entretuve y caí por uno de los huecos hacia la zanja. Había llovido y todo estaba inundado. Una jaba de nailon que llevaba conmigo se me pegó a la cara, creo que por eso no tragué tanta agua. La corriente me arrastró por debajo de la parada. Un joven se apresuró y me haló por un brazo después de salir por el otro lado. Me salvé por un pelo, pero perdí todo lo que llevaba encima, incluidos 40 dólares y hasta mi dentadura postiza. Pasé el susto de mi vida, y me dejó una cicatriz en la pierna que todavía me duele, como para recordarme el accidente una y otra vez”.
Al preguntar a Irais si su caso había movilizado algún tipo de respuesta de las autoridades para evitar que otro transeúnte pasara por tal experiencia, responde con otra pregunta: “¿Adónde iba a ir a quejarme?”
Los residentes de la zona han sido testigos de incontables eventos vinculados a la famosa zanja, sobre todo en tiempos de lluvia. Los accidentes automovilísticos son frecuentes en la zona, pero no hay valla de seguridad. Antonio Vázquez, un señor que vive en Mulgoba hace 50 años, lo explicó de esta forma: “Esto antes era un reparto residencial con pocas casas. Luego, al construir tantos edificios y por la falta de mantenimiento, colapsó el alcantarillado.
Vázquez refiere que “cada vez que cae un aguacero, Mulgoba se convierte en un verdadero río. Todas sus calles se inundan porque, para colmo de males, se desborda una laguna que está en el interior del reparto, ocultando así los huecos, los tragantes destapados, y la zanja misma. Los choferes que transitan por ahí, no pueden distinguir qué parte es calle y cuál es zanja. Las fuertes corrientes hacen que los vehículos vayan a parar allí. Han caído rastras, carros, camiones. Pero de todos, posiblemente el accidente más doloroso tuvo lugar en el año 1999, cuando murió un niño de 12 años”. Antonio Vázquez continúa: “Estaba lloviendo. Venía [el niño] desde Santiago de las Vegas en una bicicleta con un amigo, y cuando se bajó al llegar a su casa, no vio la zanja y la corriente lo arrastró. Después de muchas horas de búsqueda, apareció ahogado al final de la zanja, frente al reparto 1ro de Mayo. Es un hecho bien conocido por casi todos los habitantes de los alrededores. Su familia se mudó hacia otro lugar.”
Por otro lado, una ex funcionaria del gobierno que fue entrevistada para este reportaje, respondió lo siguiente respecto a por qué no se ha dado solución a este problema: “Esto se ha planteado en cada reunión del Comité de Defensa de la Revolución, y en las asambleas del delegado de la circunscripción, pero se sabe la situación que está atravesando el país. Hay que hacer muchos movimientos de recursos, y en estos momentos no estamos en condiciones de hacer ese gasto de materiales. Tenemos que priorizar otros sectores”.
Según la mujer, la solución sería “tener cuidado por donde se camina. No hay que dejar a los niños bañarse en los aguaceros cerca de la zanja. Por su parte los choferes deben ser más prudentes en la vía.”
La zanja permanece, mientras tanto, abierta. Los testimonios dan la idea de que se requiere una solución urgente, nadie, es la de Los testimonios demuestran que este es un problema que necesita atención urge parece saber la respuesta a una última interrogante, que es cuántos accedentes tendrán que ocurrir para que acaben de taparla.