MIAMI, Estados Unidos, 25 de enero (173.203.82.38) – En otra de sus interminables Reflexiones, titulada La fruta que no cayó, Fidel Castro, aparentemente desligado de la política nacional, arremete contra España, Estados Unidos y la Unión Europea, a propósito de la muerte del opositor pacífico Wilman Villar Mendoza.
Luego de una introducción de carácter histórico, donde José Martí vuelve a situarse en el centro del ideario fidelista, Castro pone en entredicho a los medios de prensa internacionales, y principalmente a los gobiernos de España y Estados Unidos, a quienes acusa de mentir para atacar a la revolución cubana, calificándolos de cínicos, como si él mismo no se hubiese caracterizado en su larga existencia al frente del país, de mentir sistemáticamente a la nación, a través de los años, prometiendo un paraíso que nunca apareció.
Castro, en su delirio, olvida su promesa de que Cuba, en 1980, tendría el nivel de vida Suecia, y cada cubano andaría en su auto. Y sobre todo, olvida las persecuciones contra opositores de toda índole, incluso los miembros del Partido Socialista Popular; el destierro impuesto a los campesinos de las montañas del Escambray para arrasar con los hombres y mujeres que lo combatían en las montañas. Se olvida de la UMPAP, del acoso sin tregua a los homosexuales, mientras se proclamaba que Cuba era la tierra prometida.
¿Supera Castro el cinismo del que acusa a la prensa y a algunos gobiernos? Sin dudas gana la carrera por varias cabezas. La muerte de un solo hombre en Cuba, llámese opositor o no, en las condiciones en que murió Wilman Villar, desbarata las peroratas de Castro en sus Reflexiones.
Para mañana, el propio Castro anuncia la continuación de La fruta que no cayó. Es previsible lo que viene en camino.