LA HABANA, Cuba.- En la tarde-noche de este sábado 11 de noviembre tuvo lugar en La Habana “Le Dîner en Blanc” (DEB), la famosa cena gourmet anual que se celebra desde hace 30 años.
A las 5 de la tarde el Club Habana abrió sus puertas y recibió a sus invitados con un coctel de bienvenida preparado con ron Santiago. Los participantes, en su mayoría extranjeros, principalmente negros y afrodescendientes, comenzaron a llegar a partir de esa hora luciendo sus elegantes vestimentas y atuendos del color del evento.
Luego del coctel en la entrada, avanzaron por el interior del edificio central del club hasta llegar a la inmensa zona de terrazas, pegada al mar. Allí se encontraban las mesas donde se llevaría a cabo la cena, y que ellos mismos tendrían que decorar. Mientras, disfrutaban música grabada, las vistas al mar y la bebida.
La creatividad, la extravagancia en los diseños y el color blanco marcan el prestigio y la elegancia de DEB. Además de la decoración de su mesa, los propios comensales llevan los platillos que van a degustar, aunque también pueden realizar pedidos previos en línea en la página web y la elaboración corre a cargo de cocineros locales vinculados al evento.
Para quienes optaron por este última opción, se ofertó langosta, pastas y cordero. El vino y la champaña, requisito inviolable en esta cena, debe reservarse también en línea en la tienda de Le Dîner en Blanc.
La tarde se desarrolló tranquila, algo monótona. La ambientación musical estuvo a cargo de Daya Aceituno y la Banda. A decir de la fuente anónima de Cubanet y otras personas que estuvieron allí, preferían la música grabada que intercalaban con las actuaciones de la banda.
El tiempo entre la decoración y la cena, los invitados lo ocuparon conversando relajadamente en sus mesas, saludando a conocidos, paseando por las instalaciones del club o mirando la decoración de otras mesas.
Cerca de las 7 de la noche comenzaron a servirse y a disfrutar de los exquisitos platillos que habían llevado o que habían pedido previamente, acompañados de música cubana tradicional grabada. Los platos que más abundaban eran los que contenían arroz, pescados y langosta.
Una fuente cercana a un grupo de extranjeros provenientes de Estados Unidos que acudieron a la velada este sábado, aseguró que estos habrían pagado poco más de 200 dólares por pareja al incribirse. Revela también les pidieron 100 dólares extras para tener acceso a un “after party”, al cual se negaron por parecerles muy caro.
Cuando terminaron, nuevamente la banda invitada interpretó algunos números musicales y bailables. Intentó mover a los invitados de sus asientos animándoles a bailar y tararear sus canciones, pero no tuvo mucho éxito. De manera general, prefirieron mantenerse sentados conversando, salvo cuando volvió la música grabada y reprodujeron, según nuestra fuente, “algunas canciones de la cultura afroamericana, como «Wobble wobble»”.
“Se levantaron casi todos al mismo tiempo, la cantaron y bailaron”, contó la fuente, quien confiesa haberla pasado bien, pero que pudo constatar que varios participantes extranjeros y una muchacha joven cubana con la que conversó no estuvieron del todo conformes con el evento.
Problemas de organización, errores por incumplimientos de las costumbres en DEB, tales como no reproducir un tipo de música más suave mientras se cenaba, mala elección con respecto a la banda musical invitada, fueron algunas de las quejas que comentaban.
El resto de la noche hasta cerca de las 11, que los participantes empezaron a abandonar el lugar, no hubo nada relevante. Primó la misma quietud y parsimonia que había desde horas antes. El semblante de algunos no mostraba haber superado sus expectativas.
Una experiencia exclusiva
El evento, anunciado a finales de octubre por Travel Trade Caribbean, fue objeto de críticas y controversias en redes sociales por la ostentación y la abundancia en un contexto de escasez y de hambre en la Isla. A la vez, por ser esta misma la anfitriona, un país cuyo gobierno quiere vender al mundo una idea de apertura, mientras mantiene un duro recorte de las libertades políticas y un número creciente de violaciones de derechos humanos.
El lugar específico elegido para esta segunda edición de DEB en Cuba, que hasta entonces se mantuvo en secreto como es propio de las reglas de esta cena, fue el Club Habana, un centro recreativo ubicado en Miramar, a orillas del litoral norte, al oeste de la capital. Espacio donde diplomáticos, ejecutivos y empresarios celebran sus reuniones de negocio y eventos sociales. El lugar dispone de salones de reuniones, restaurante, bar, piano bar, tiendas, cafetería, parrillada, piscinas, playa, deportes náuticos, gimnasios, saunas, salón de belleza, entre otros.
Con experiencia en más de 120 ciudades en 40 países, una de las peculiaridades de DEB es que se elige un lugar de una ciudad y cientos de personas acuden allí a cenar al aire libre, vestidas de blanco. Desde su inicio, uno de sus objetivos es promover la amistad y la elegancia, generar encuentros entre amigos y favorecer la creación de nuevas amistades.
Este picnic “chic” de origen parisino se caracteriza por la confidencialidad. Para asistir hay que inscribirse de manera virtual, y hasta existe una lista de espera. El lugar exacto donde se realizará la cena en la ciudad escogida se mantiene en secreto hasta minutos antes. Para que no se filtre la información, se acuerdan puntos de encuentro donde los participantes son transportados en guagua o guiados por miembros de DEB.
Celebrar la abundancia donde hay escasez y restricciones
En un contexto de crisis alimentaria y hambruna como el que azota a la Isla, este lujoso banquete para beneficio de unos pocos, ha sido calificado como un insulto para los cubanos de a pie que hacen cientos de malabares para tener en su mesa un plato con alimentos básicos.
De acuerdo con una nota del Observatorio Cubano de Conflictos, casi tres de cada cuatro cubanos, ahora comen menos que antes y se saltan comidas, debido a la escasez y dificultad para adquirir alimentos.
A su vez, una encuesta de Cubadata sobre inseguridad alimentaria obtenida en abril de este año, arrojó que el 93% de los encuestados había tenido dificultad para obtener alimentos básicos en los últimos tres meses. A su vez, el 47,4% de estos, aseguró que tienen dificutad para conseguir alimentos básicos todos los días.
Otros datos relevantes y preocupantes que también arroja la encuesta son que el 44,3% ha dejado de comer al menos un día debido a la escasez y el 50,3% ha tenido que comprar alimentos menos nutritivos para aliviar el hambre con alimentos de menor costo.
Por otro lado, activistas políticos y voces críticas de la sociedad civil han señalado al régimen como el principal beneficiario de esta cena lujosa, ya que en lugar de ser una oportunidad para que extranjeros y la opinión internacional miren la situación política y alimentaria y la pobreza del país, sirve para reposicionar el turismo a la Isla, cuyas ganancias van a parar a las arcas de la clase política, y brindar al mundo una imagen de una Cuba que no existe, glamorosa, exquisita, abierta, tranquila, segura y de abundancia.
Para el economista cubano Pedro Monreal, “este jolgorio gastronómico para unos «happy few» no solamente expresa una clase de consumo que identifica un «marcador» de élites. También expresa una forma de impugnación de la lógica de un anterior sistema de consumo que se desmorona”.
Y continúa: “El deseo de participación en el imaginario globalizado encuentra en la «Cena de blanco» una conveniente mercancía ambivalente: reproducible en cualquier momento y lugar, pero reservada para un círculo restringido”.
“La propia «discreción» del evento pudiera indicar que compartir socialmente a nivel de élites un tipo de consumo que es inaccesible para la gran mayoría, pudiera ser más importante que la ostentación del acto”, expresó en su página sobre temas de economía, política y sociedad El Estado como tal.
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