Raúl Castro arremetió contra la corrupción y la pérdida de valores morales y cívicos en Cuba, donde mucha gente “ha pasado a ver normal el robo al Estado” y llamó a reforzar el orden y la disciplina.
En su discurso, este domingo, llamó a debatir “con toda crudeza” esa realidad.
“Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de 20 años de período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás”, lamentó Castro
Raúl se empleó en denunciar una larga lista de indisciplinas, hechos delictivos o comportamientos inadecuados, desde la comercialización ilegal de bienes y servicios, la aceptación de sobornos, las construcciones ilícitas o el fraude académico hasta la chabacanería o el uso indiscriminado de palabras obscenas.
“A pesar de las innegables conquistas educacionales logradas por la revolución, hemos retrocedido en cultura y civismo ciudadano (…) Tengo la amarga sensación de que somos una sociedad mejor instruida, pero no necesariamente más culta”, protestó Raúl Castro.
Resulta una burla,que en un país con una economía en ruinas, donde — los trabajadores mejores pagados– algunos pocos solo ganan 24 dólares al mes, que el gobernante no asuma, ninguna responsabilidad, y cargue la culpa del desastre a la población, se ha “abusado de la nobleza de la Revolución de no acudir al uso de la fuerza de la ley (ante esas situaciones), privilegiando el convencimiento y el trabajo político”, lo que “no ha resultado suficiente”.
Admitió que este problema “no resulta agradable para nadie” y defendió que el primer paso para superarlo de manera efectiva “es reconocer su existencia en toda la dimensión y hurgar en las causas y condiciones” que han propiciado este fenómeno a lo largo de muchos años.
El gobernante reclamó a los órganos estatales y del gobierno, entre ellos la policía, la Contraloría, la Fiscalía y los Tribunales, a ser los primeros en “dar ejemplo de apego irrestricto a la Ley”, y así reforzar su autoridad ante la sociedad.
Instó a los dirigentes del país desde las instancias nacionales hasta la base, a abandonar “la pasividad y la inercia” en su conducta y dejar de mirar a otro lado cuando hay problemas.
“Basta ya el miedo a buscarse problemas en el cumplimento de nuestros deberes y asumir una mentalidad de orden, disciplina y exigencia”, enfatizó.
El presidente cubano advirtió además de que la lucha contra la ilegalidad no puede convertirse “en una campaña más” y debe ser un movimiento donde toda la sociedad esté implicada aunque reconoció que la solución será un proceso “complejo” que tomará “bastante tiempo”.
Según la Contraloría General de Cuba, los delitos de corrupción más frecuentes en el país son el soborno, el fraude, la evasión fiscal y el tráfico de influencias. Habría que preguntarse, como es posible este panorama social, a medio siglo de revolución: ¿Qué pasó con el hombre nuevo?
- agencias