AREQUIPA, Perú – El 2 de julio de 1846, doña Isabel María de Valdivia y de Salas anunció a su esposo, José Joaquín Sánchez Marín, que su primer hijo varón estaba por nacer.
Ese niño, Serafín Gualberto, se convertiría en una figura ilustre en la historia de Cuba, destacándose como un militar excepcional y un paladín en las Tres Guerras de Independencia contra la ocupación española.
Serafín Sánchez, conocido por su espíritu indomable y habilidad para adaptarse a las condiciones de la manigua, participó en más de 120 combates contra las tropas españolas. Fue subalterno de Ignacio Agramonte, iniciador en Las Villas de la Guerra Chiquita y colaborador de Martí en el Partido Revolucionario Cubano.
A los 22 años, lideró un levantamiento con 45 hombres y se unió a Honorato del Castillo y luego al coronel Leonte Guerra, destacándose en diversos combates.
Cuando la revolución fue sofocada en Las Villas, Serafín marchó al Camagüey e integró las tropas de Ignacio Agramonte. Al frente de 80 hombres, participó en la acción de Jimaguayú, donde cayó Agramonte.
Luego, bajo el mando de Máximo Gómez, asistió a numerosos combates, incluyendo Palo Seco, La Sacra y Naranjo. Su firme rechazo al Pacto del Zanjón demostró su entereza, considerándolo una cobardía, vileza y traición a Cuba.
Serafín nunca olvidó su vocación de maestro, enseñando a leer y escribir en los campamentos insurrectos a campesinos y esclavos liberados. Su colaboración con Martí quedó plasmada en su correspondencia, donde Martí elogió su valor, dignidad y pasión republicana.
Martí, considerado el Héroe Nacional de Cuba, lo describió como un buen ciudadano, valiente, sensato, honrado y de gran mérito, reflejando la gloria y el respeto que Serafín se ganó en la lucha por la independencia de Cuba.
El patriota de Sancti Spíritus, Serafín Sánchez, llegó a alcanzar el rango de Mayor General antes de caer en 1896 en el Paso de las Damas.
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