LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -Con 11 días de retraso, las autoridades han autorizado a los residentes en la capital a demostrar su solidaridad con los damnificados como consecuencia del huracán Sandy en las provincias orientales, embestidas la madrugada del 25 de octubre, lo que debería extenderse Villa Clara golpeada por las lluvias remanentes.
El 5 de noviembre, el noticiero vespertino del Canal Habana y posteriormente el de la televisión nacional divulgaron una nota informativa del Gobierno Provincial de La Habana, con el anuncio de que para “viabilizar el interés hecho patente reiterada y masivamente por los ciudadanos y las organizaciones sociales, se decidió que el Consejo de Administración Provincial de La Habana, en coordinación con los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), sea encargado de recibir las donaciones de artículos de uso personal, útiles del hogar y de aseo que la población de la capital desee enviar a los damnificados por el huracán Sandy”. Se añade que han habilitado una cuenta bancaria para aportes en moneda nacional y otra para divisas (CUC). A partir del 7 de noviembre todo el pueblo de la capital tendrá la oportunidad de canalizar su voluntad de ayudar, través de las Zonas de los CDR y los Bloques de la FMC.
La magnitud de la devastación exigía el rápido auxilio a muchos miles de personas cuyas vetustas moradas fueron arrasadas totalmente, así como otras muchísimas miles con viviendas muy afectadas, todas las cuales perdieron sus maltrechas pertenencias. De inmediato se requería alimentos, agua potable, productos de aseo personal, medicamentos, ropa, calzado y otros artículos de primera necesidad. Pasadas las destructoras ráfagas de viento, los sacerdotes, monjas y laicos salieron a las calles a auxiliar a los vecinos, sin distinción de creencias religiosas ni inquirir sobre afiliación política. Los integrantes de la sociedad civil –llamada contrarrevolución por las autoridades- también socorrieron en los lugares afectados.
Con prontitud tanto la Iglesia Católica y otras denominaciones religiosas como grupos de la oposición pacífica, han distribuido artículos de primera necesidad, apoyados desde La Habana y otros lugares mediante el rápido envío de lo recolectado en las áreas no afectadas. La población de la capital respondió a estas exhortaciones con el aporte de lo poco disponible, en un país donde la pobreza cunde en la mayoría de los hogares.
La inercia de las estructuras oficiales es el resultado de la imposición durante 53 años de un sistema restrictivo de cualquier iniciativa individual, y la negativa a aceptar la necesidad de ayuda, sobre todo si trasciende al ámbito internacional. Evidentemente las instituciones del gobierno, el Poder Popular y las llamadas organizaciones de masas o no gubernamentales, como lo CDR y la FMC, quedaron a la zaga en espera de instrucciones del Partido Comunista y las autoridades nacionales.
Las autoridades, acostumbradas a imponer la resignación y la eterna espera, están demostrando su habitual insensibilidad ante las penurias de los ciudadanos. Sin embargo, en esta oportunidad ha llovido sobre lo mojado. Sandy entró por la zona más pobre y olvidada por el gobierno de Cuba, y salió por la región destruida por el huracán Ike en 2008. Desde hace mucho tiempo, la región oriental de la Isla, llamada la “cuna de la revolución”, quedó solo para recibir visitas esporádicas de los dirigentes nacidos en ella, que realizaban actos e inauguraban cementerios y monumentos alegóricos a las guerras de independencia o la guerra de guerrillas que instauró a la actual dictadura.
La población damnificada solamente ha podido comprar los escasos productos suministrados mediante el sistema de racionamiento (arroz, azúcar, algunas onzas de frijoles), mientras otros son vendidos a los altos precios del llamado mercado paralelo en moneda nacional, o en las tiendas en divisas. Los residentes en las zonas siniestradas no han recibido ayuda humanitaria gratuita del gobierno en alimentos y otros artículos, y el gobierno les vende los materiales para levantar o reparar las viviendas a precios altísimos. Si bien allí se requiere la urgente reconstrucción de las instalaciones sociales y productivas, no se puede olvidar al sufrido pueblo.
La lentitud oficial en la movilización para recolectar ayuda en La Habana se suma a que el presidente no ha siquiera enviado un mensaje a la nación sobre lo acontecido, ni realizado ningún pedido de ayuda internacional. Discretamente se ha coordinado la recepción de alguna ayuda con los gobiernos más afines -Venezuela, Rusia, Bolivia, y se ha anunciado Ecuador-, que al parecer sin prisa han enviado algunas cargas aéreas.
Las noticias llegadas de las zonas afectadas denotan la desesperación de la población hambrienta, sedienta y sin recursos para ahora, ni para el futuro. El acaparamiento de productos para vender en el mercado negro es una reacción natural a la crisis de desabastecimiento que el gobierno ha generado. Desgraciadamente no han faltado los elementos delincuenciales que se aprovechan de la situación para sus fechorías, como robos y asaltos. Intensificar la habitual represión no solucionará los problemas. La magnitud de la crisis es tal que podría generar protestas, que tiendan a incrementarse ante la insatisfacción de las necesidades vitales y los precios exorbitantes que cobra el Estado por los productos más indispensables, que debería entregar gratuitamente en las actuales circunstancias.
Insisto en que las autoridades deben realizar un gran llamado para recibir ayuda internacional y facilitar la entrada de asistencia, incluida de los cubanos residentes en el extranjero, mediante la moratoria a los impuestos y otras limitaciones aduanales.
Las tardías colectas de los CDR y la FMC no deben utilizarse para obstruccionar e impedir las acciones humanitarias de la sociedad civil independiente.