LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – El refresco enlatado que tomó el niño en Guanajay le provocó una reacción alérgica que puso en riesgo su vida. No había otorrinolaringólogos en el hospital del pueblo, y hubo que trasladarlo al hospital Calixto García, en la capital. El único otorrino estaba operando, y el niño fue llevado a otros hospitales, pero tampoco había especialistas en ellos.
Por fin lo atendieron como se pudo en el hospital infantil Juan Manuel Márquez, a fin de evitar mayores complicaciones, e incluso la amenaza de muerte.
A principios de febrero se conoció que el hospital Calixto García es el único que brinda a la población consultas de urgencia de otorrinolaringología para las provincias Habana, Artemisa, Mayabeque, e incluso recibe pacientes de Pinar del Río y Matanzas.
Los pacientes deben esperar hasta seis horas para ser atendidos, pues los especialistas del cuerpo de guardia deben atender a otros pacientes ingresados en el hospital, efectuar curas a operados y atender los casos de accidentes de cualquier tipo.
Una de las doctoras dijo a este reportero: “Al salir de la guardia nocturna, sin dormir, debemos continuar consultando durante el día. Acá no tenemos chance ni de respirar, pues no cesan de llegar pacientes con problemas. Los otorrinos escasean en Cuba y estamos sobrecargados de trabajo, y así no hay garantía de realizar un buen trabajo. Pocos médicos y muchos pacientes, aunque siempre hacemos lo mejor que podemos”.
Ese es el precio que pagamos los cubanos por el llamado “internacionalismo” de nuestro gobierno. En la “potencia médica” no hay médicos, porque están trabajando en “misiones” en otros países. El gobierno cubano, tan preocupado por aliviar los dolores de otros pueblos, no parece que le preocupen los nuestros.