LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – Pensó que el pasado 12 de julio, con tantos escolares y trabajadores de vacaciones en la playa Guanabo, al este de la capital, y con el sol tan fuerte a las once de la mañana, sería un día afortunado, con buenas para llevarse algo a casa y pagar el impuesto diario.
El vendedor de granizado quedó sin habla cuando los inspectores le impusieron una multa de 500 pesos por detenerse a vender el hielo frapé de distintos sabores, sin empujar el carro artesanal mientras preparaba un vaso con la refrescante bebida, porque está prohibido a los vendedores ambulantes detenerse para vender sus productos. Se les exige estar en permanente movimiento, o tendrían que arrendar un espacio fijo y pagar el correspondiente tributo.
Esta fue la razón de los inspectores que multaron al joven que se inicia en el pugilato laboral como trabajador privado.
El granizadero pidió que no le impusieran la multa porque era muy pobre, no tenía dinero para pagar. Pero los inspectores no se conmovieron.
“La Ley se hizo para cumplirla”, fue la respuesta mientras añadían que tenía un mes para pagar, de lo contrario la multa se duplica. Si aun así no paga, va directo al tribunal.
“¿Cómo puede este joven, ni nadie, preparar un granizado mientras empuja el carro? ¿Cómo puede una persona, yo o cualquiera, comprar algo, si el hombre que lo vende debe moverse sin parar? Eso es absurdo”, dijo a este reportero María Elena Sardiñas, residente en Guanabo, quien medió en vano a favor del trabajador.
“Eso mismo le pasó a un vendedor ambulante de escobas. Se detuvo un momento para proponerlas y le pegaron la multa. Los inspectores son demasiado rígidos” -opinó un transeúnte que se quedó sin granizado.
De nada sirvió al cuentapropista, que conocía los casos de otros trabajadores multados por igual razón, apurar al cliente con su “¡Rápido, que me pegan la multa!”. Los inspectores fueron más rápidos y lo sorprendieron parado mientras preparaba un granizado.