LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Dos jóvenes se enfrascaban a puñetazos en la parada del autobús. Eran estudiantes de la escuela secundaria Bartolomé Masó, en Centro Habana. Los demás, lejos de intervenir para detener la bronca, los incitaban a pegarse cada vez con más fuerza. Eran las 4 y 30 de la tarde y la calle estaba repleta de personas que regresaban del trabajo. Ni una de ellas intentó apartar a los gladiadores callejeros.
Uno de los enfrascados en la riña sacó un cuchillo y arremetió contra el otro, que echó a correr y pudo escapar ileso del ataque. Fue entonces que la multitud de estudiantes que observaba sin intervenir se disipó.
Días después, otro joven recibía un machetazo en las inmediaciones de dicha escuela, que le arrancó parte de la mano. El muchacho se encontraba en una de esas fiestas conocidas como “bonche”, donde discutió con el que le propinó el machetazo.
El mes pasado una mujer fue empujada por dos jóvenes que hacían cola en un agro mercado de la barriada de Cayo Hueso, también en Centro Habana, porque la señora trató de colarse para comprar papas, temiendo que se acabaran antes de que le llegara su turno. Uno de los jóvenes llevaba un cuchillo a la cintura y se lo enseñaba a todos descaradamente.
Es normal en estos tiempos ver a los adolescentes cubanos envueltos en peleas callejeras, los barrios son escuelas de la vida donde los muchachos “aprender a ser guapos
En los años 70 y 80, aunque proliferaban la guapería y el bandolerismo en los barrios marginales de la capital y el interior del país, los hombres se fajaban a puño limpio. Una pelea de caballeros, como se solía decir. Hoy la situación se torna mucho más peligrosa, porque los jóvenes andan armados y, cuando se enfrascan en una riña, desenfundan cuchillos y machetes.
En Cuba no abundan las armas de fuego. Cuchillos, machetes y punzones son las armas más comunes usadas en las broncas. Aunque la prensa del régimen no informa sobre el asunto, se sabe que los adolescentes se las ingenian para llevar a la escuela en sus mochilas bisturíes, tenedores o cualquier arma con que atacar a otro estudiante si hay problemas.
La crítica situación y la descomposición social que atraviesa el país tienen mucho que ver con el aumento de la violencia y las frecuentes y sangrientas peleas entre jóvenes. Es en el hogar donde los niños comienzan a familiarizarse con la violencia.
Mientras los adultos buscan sobrevivir en esta isla sin esperanzas, los más jóvenes, cuchillo en mano, buscan fama y prestigio entre sus amigos. La vida no les ofrece mucho más.