PUERTO PADRE, Cuba, julio (173.203.82.38) – Para ir de Las Tunas hacia Puerto Padre, en el oriente de la isla, hay que tomar franco noreste por una carretera vacía, estrecha y en mal estado que, al salir de la periferia, pasa frente a la delegación del Ministerio del Interior y una brigada de infantería.
Cincuenta y dos kilómetros más tarde, luego de pasar por cañaverales, tierras fértiles y baldías, aparece la escultura de un velero con una cruz católica en el centro. Según cuentan, desde mediados de la década del ochenta se previó construir tres. Pero sólo recibe al viajero una, situada en una rotonda que indica el fin de la carretera y el comienzo de la urbanización.
Pasada la rotonda, una amplia avenida asciende, custodiada por pequeñas y bien diseñadas casas construidas al principio de la década del sesenta. Al llegar a la cima, la avenida se convierte en Paseo que termina en un discreto malecón, que bordea a una hermosa bahía de bolsa. En el descenso, se encuentran dos esculturas poco comunes.
Una es del Generalísimo Máximo Gómez, homenaje de los pobladores al insigne mambí, construida durante la República y una de las pocas estructuras levantadas para recordar al dominicano en la isla. La segunda es un Don Quijote, en metal, que mira desafiante a un hermoso molino de viento. Una torre de quince metros de altura fácilmente visible desde cualquier lugar del Paseo.
Algunos pasos antes de llegar al mar se levantan dos construcciones: el Centro Cultural, que data de la era republicana, y el edificio de la Banda de Concierto Municipal. Frente al Centro Cultural, una sala de conciertos al aire libre, en forma de concha, construida a principios de la década del sesenta. Sobresale en este paisaje el muelle casi destruido, y en la lejanía, mirando hacia el norte, la sombra de algunos atracaderos industriales, y hacia el este, las dos chimeneas del central Delicias.
Pero no toda la vida se encuentra en el Paseo principal. Hacia la zona este de la ciudad se estableció una importante zona comercial, muy concurrida desde la mañana, que incluye una fábrica de tabacos y varios comercios que brindan servicio a la población.
Cuando uno sale de esas áreas encuentra otra realidad. La de la gran pobreza, en una ciudad con alto índice de desempleo, luego del cierre de puerto y los centrales azucareros cercanos, importantes fuentes de empleo en otros tiempos. El paso del huracán de 2008, también dejó su huella en Puerto Padre, donde hoy se ven muchos espacios vacíos en los que anteriormente había edificaciones.