LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -En la destartalada Terminal 3, del aeropuerto internacional de La Habana, el Salón Oeste estaba casi desierto, tal parecía que nadie viajaría de Rusia a Cuba. Los que esperábamos, teníamos caras mustias. Pero finalmente Sasha salió del área de aduana. En mi función de traductora y entrando en calor con el idioma, le pregunté: ¿Viniste en el vuelo del hambre? Se quedó extrañado con la pregunta. Le aclaré que en Cuba le llaman así al vuelo de Cubana de Aviación, pues son 14 horas desde Moscú sin comer nada.
Para mayor comodidad, el poeta cubano que le serviría como guía, y yo, habíamos contratado un servicio de taxi, para mover al joven durante los 3 días de su visita. Luego de que Sasha se montó en el carro, un Chevrolet de 1956, lo trasladamos al hotel Ambos Mundos. Él lo había escogido por el tópico de que allí se hospedó Ernest Hemingway.
Decidimos llevarlo a comer a algún restaurante de nuevo tipo, o sea, del sector privado. Seleccionamos Mango Habana. La avispada camarera sugirió que pidiéramos la especialidad del chef. Al cabo de un rato, trajo un hermoso plato con filete de res al chocolate, puré de papas y otras guarniciones. A mi amigo el poeta se le asustó el estómago, pues se pasó casi todo el tiempo sentado en el inodoro. El pobre, acostumbrado al picadillo de soya, el arroz con frijoles y los huevos…
Al día siguiente, la movida fue hacia la playa. El lugar elegido fue Mar Azul. El día no estaba propicio. Tenían colgada la bandera roja. Sin embargo, Sasha se bañó, disfrutó de la playa, también observó la cantidad de merolicos que venden agua de cocos y artesanías. Cuando llegó el mediodía, el hambre apretaba. Pedimos unos platos de frutas tropicales, a 5.00 cuc por ración. Nada en esa playa era higiénico, ni ordenado, ni barato.
Mientras el poeta trataba de mostrarle la parte idílica y romántica de la Isla, Sasha se empecinaba en hacerme preguntas sobre las realidad de Cuba. El poeta, por su lado, se esforzaba para no mostrar su hambre y su miseria, en tanto la traductora mostraba el lado descarnado de un país en ruinas.
Luego de la playa, asistimos a la boda de un joven amigo ruso con una chica cubana. El novio vive en Moscú. Además, es escritor, pero no es un escritor cualquiera. Tiene inclinaciones políticas y se ha dedicado a investigar la vida y obra del Che Guevara, y ha publicado en Rusia varios libros sobre este tema. En uno de sus viajes a Cuba se alquiló en una casa de familia, allí conoció a la chica que le robaría el corazón. Entonces, el joven casadero buscó ayuda y consejos entre los amigos de ambos países. Como resultado de estas averiguaciones sobre cómo marchan los negocios en La Habana, sacó en claro que le vendría bien regentar una flotilla de taxis de alquiler.
A la mañana siguiente, hicimos gira turística por los consabidos sitios del Casco Histórico, por 5ta. Avenida y El Vedado. Luego, llevamos a Sasha al aeropuerto. Continuaba camino hacia Nicaragua.
Inesperadamente, a Sasha lo detuvieron en el área de chequeo y le retuvieron el pasaporte. Por suerte, logró rebasar el percance y no perdió el vuelo. De cualquier modo, aunque fuera por poco tiempo, Sasha experimentó en carne propia la realidad que los cubanos vivimos todos los días y a toda hora.