LA HABANA, Cuba. mayo, 173.203.82.38 – La vía más socorrida para aliviar el peso de la atmosfera represiva y la pobreza generalizada es la salida del país, sea en forma permanente o temporal. Bodas por conveniencia, visitas a familiares radicados en el exterior -que se aprovechan para trabajar por la izquierda y regresar con unas monedas más-, contratos de trabajo en el exterior, salidas furtivas hacia terceros países y misiones gubernamentales son algunas de las variantes de alivio.
Muchos de los que no desean o no encuentran la forma de salir del país para mejorar sus vidas, lo intentan robando en centros de trabajo para suministrar a la bolsa negra, o acaparando mercancías de tiendas estatales para revenderlas a precios mayores, y así obtener ingresos extra que llegan a ser notables en algunos casos.
Ocupar puestos de dirección administrativa o política es otro de los caminos para beneficiarse con las prebendas, los frutos de la corrupción y los beneficios de las relaciones impuras entre los miembros de las esferas de poder.
Ingresar a las Fuerzas Armadas o el Ministerio del Interior también es un camino que garantiza la satisfacción de necesidades básicas, y hasta prebendas crecientes, según se ascienda en la cadena de mando. Alimentación, vivienda, vestido y artículos domésticos a precios mucho más bajos que a la población, son algunos de los beneficios que gozan los miembros de estas instituciones militares.
Algunos de los que ejercen oficios como la prostitución, la chapistería, la plomería y la albañilería, o los propietarios de tierras y vehículos privados, logran ingresos que les permiten niveles de vida superiores a la media nacional.
La casi totalidad de los que se incluyen en estos grupos se conforman con el calmante que brindan sus ingresos, en medio de la pobreza generalizada y de la relativa tranquilidad que disfrutan los que no se involucran en acciones cívicas a favor de los cambios que la mayoría desea.
Este es el resultado del diseño estratégico que incluye el uso desmedido de la fuerza en algunos casos para infundir temor en la mayoría, y la permisividad de lo ilegal para quienes no se metan con el poder. Combinando de forma simbiótica la necesidad de la gente de escapar de la pobreza con la de no desafiar al régimen, éste consigue mantener neutralizados a los que demandan cambios de forma pacífica.
Tratar un tumor con aspirinas, procurar calmantes en lugar de la cura, ha dado larga vida a la enfermedad social del castrismo, y por el momento no aparece en el horizonte una medicina radical para curarla.