LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -Recientemente supe de la detención y ulterior deportación de dos extranjeros que estaban en nuestro país para apoyar a organizaciones de la sociedad civil.
No es la primera vez que hechos como este, o peores, ocurren en la Isla, baste recordar el caso del norteamericano Alan Gross; y se puede prever que incidentes de este tipo serán más frecuentes a medida que las condiciones socio-económicas del país empeoren.
Desde que distintas ONG extranjeras comenzaron a apoyar a la sociedad civil independiente, el gobierno castrista extremó la vigilancia sobre los extranjeros que visitaban la Isla, desarrollando ciertos patrones de conducta al respecto.
Precisamente, el desconocimiento que prevalece en el exterior sobre los métodos que el régimen cubano es capaz de emplear para evitar que la sociedad civil independiente pueda recibir información y entrenamiento, que conlleven a su expansión y fortalecimiento, hace que los miembros de las ONG involucradas en estos proyectos incurran en los mismos errores que conllevaron a las mencionadas deportaciones.
El error básico consiste en que los directivos de estas ONG, pretenden aplicar en Cuba los métodos de trabajo empleados en países del África, Asia o de América Latina, sin tener en cuenta que el panorama cubano es diferente al de esas regiones.
Trabajar con la sociedad civil cubana requiere que las personas involucradas en dichos proyectos reciban la información adecuada sobre las características de lo que van a encontrar en el país; tanto en su relación con las autoridades gubernamentales, como durante los encuentros que efectúen con las distintas personas o centros que pretenden ayudar o asesorar.
La primera de estas lecciones es:
En Cuba, todo extranjero es un sospechoso
Si al entrar portan laptops, memorias flash, quemadores de CD, cámaras fotográficas y/o de video, que no estén destinado a entidades gubernamentales, son “marcados” y se procede a su control y seguimiento.
Si visitan a personas consideradas como desafectos, pueden ser “advertidos” mediante asaltos simulados, o haciéndoles evidente que están siendo vigilados.
Si ofrecen talleres de adiestramiento a algún grupo u organización, pueden resultar detenidos y, en el mejor de los casos, deportados a los países de procedencia.
En muchas oportunidades, durante las visitas a Cuba de algunos de estos cooperantes, se le ha advertido sobre éstas circunstancias; no obstante, estos grupos han continuado, y aparentemente seguirán, chocando con la misma piedra.
Es indispensable que para su propia protección y para llevar a feliz término sus misiones, estas personas adecuen sus métodos de trabajo al muy particular caso de Cuba, cuya realidad está más cerca a la de la lejana Corea del Norte que a las de cualquier país latinoamericano.