LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Como buena parte de las organizaciones oficialistas en Cuba, la Asociación Nacional de Economistas y Contadores (ANEC) prepara las condiciones para celebrar un congreso en el presente año. Se creó una Comisión Nacional Organizadora, que por estos días recorre las provincias del país con vistas a fortalecer las dependencias territoriales de la organización, y puntualizar los temas que serán llevados al máximo evento.
El elemento novedoso en los preparativos de este VII Congreso de la ANEC es que, por primera vez en más de 20 años, el señor Roberto Verrier Castro no está al frente de su Comisión Organizadora. Antes de que echase a andar la maquinaria pre congreso, se anunció que debido a “un proceso natural de renovación, Verrier fue liberado del cargo de presidente de la ANEC, y que pasará a cumplir otras tareas que le serán asignadas próximamente”.
A pesar de que la Comisión Nacional Organizadora reconoció el trabajo desarrollado por Verrier durante 21 años al frente de la ANEC, y de que, como siempre sucede en estos casos, se espera que en sus nuevas tareas exhiba el mismo entusiasmo y dedicación, las palabras de despedida del sustituido funcionario – accesibles en el sitio web de la ANEC- denotan nostalgia, cierto miedo al no imaginar cómo serán sus días en lo adelante, y hasta un lamento debido a la ingratitud hacia su persona por parte de quienes propiciaron la destitución.
Porque el señor Verrier habla de “la dura cotidianidad de su trabajo, y las dificultades e incomprensiones que tuvo que atravesar y vencer”. También se refirió al hecho de que “debió levantar una organización que parecía destinada a morir de desatención y desinterés”. Claro, es casi seguro que Verrier eche de menos los frecuentes viajes al exterior, así como las fiestas, parrandas y orgías que organizaba, para disfrute de su círculo de amistades, en la casona de la ANEC nacional. Todo a costa de la cotización que tributan los 79 mil asociados a todo lo largo y ancho del país, y de los generosos aportes que el presupuesto estatal destina a este tipo de organizaciones.
Por lo demás, la convocatoria al VII Congreso de la ANEC, a celebrarse del 13 al 15 de junio, no hace más que insistir en las consignas que afloran por todas partes. Precisa que la tarea suprema de los economistas, contadores y auditores cubanos es contribuir a la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados por el VI Congreso del Partido, como parte esencial de la actualización del modelo económico. De igual forma, enfatiza en la necesidad de perfeccionar el trabajo de la empresa estatal, y armonizar la necesaria – y prevaleciente- planificación con las tendencias del mercado. También reafirma lo perentorio que resulta el cumplimiento del principio de distribución “de cada cual según su capacidad, y a cada cual según su trabajo”. Un principio muy concebido en sueños y propósitos, pero que no acaba de hacerse realidad.
Con respecto a las reuniones que se llevan a cabo en las provincias, descuellan las caracterizadas por el sentido crítico de los planteamientos. En Holguín, por ejemplo, hubo quejas por la pasividad de los economistas del territorio ante el alto número de entidades con serios problemas en la contabilidad. Además del no protagonismo de los miembros de la ANEC en la ejecución del control interno, y el mejoramiento de los saldos de las cuentas por pagar y cobrar. Son deficiencias que tendrán que resolverse en la era de Danilo Guzmán Dovao, quien está al frente de la Comisión Organizadora del VII Congreso, y casi seguro sucesor de Roberto Verrier Castro en la presidencia de la ANEC.
Ignoramos si el defenestrado tiene algún parentesco con la dinastía gobernante. Quizás vivía con la ilusión de que su segundo apellido le serviría como patente de corso. Mas, al final, debe de haber muerto de desengaño. A lo mejor lo vemos pronto bostezando detrás de un buró en cualquier empresa estatal, o empujando un carrito de alimentos ligeros en plena calle.