LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Es lógico que las 16 selecciones clasificadas para participar en el Tercer Clásico Mundial de Béisbol, a comenzar en cuatro sedes el próximo mes de marzo, experimenten algún tipo de preocupación desde el punto de vista competitivo. Ello es así debido a la alta calidad que debe de caracterizar a ese certamen, ya que casi todos los países llevarán a sus mejores jugadores, incluyendo a varios que se desempeñan en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
El equipo cubano, por supuesto, no es ajeno a esa tensión precompetitiva, razón por la cual los federativos de la isla programaron varios topes internacionales de preparación, e incluso tienen pensado paralizar la serie nacional un mes antes del inicio del Clásico con el objetivo de darle los toques finales al acondicionamiento de nuestros peloteros. Sin embargo, en el caso de Cuba resalta otro tipo de preocupación: la extradeportiva. Porque, por ejemplo, desde el mismo momento en que se conocieron los últimos clasificados para el Clásico, ya a los dirigentes cubanos les inquietaba un posible tope contra España.
Claro que la representación ibérica, desde el punto de vista beisbolero, no debía de hacerles sombra a los cubanos. Sucede, no obstante, que la nómina de la selección española está cuajada de peloteros originarios de otras naciones, entre ellas Cuba. Y, como es lógico, a las autoridades de la isla no les iba a resultar grato que nuestro pueblo viera por televisión a peloteros que participaron en las series nacionales, y después “desertaron” en busca de nuevos horizontes. Entre ellos descuella el jardinero Yaser Gómez, de relevante actuación con el equipo Industriales, e incluso integrante de alguna que otra selección a eventos internacionales. No olvidemos, a propósito, los malabarismos de las transmisiones de la televisión cubana durante los pasados juegos olímpicos de Londres con tal de que los televidentes en la isla no vieran a la saltadora Yamilé Aldama, oriunda de nuestro país y que representaba a la Gran Bretaña.
Por otra parte, el hecho de que el equipo cubano haya sido ubicado en el grupo que jugará la primera fase en Fukuoka, Japón, contrario a la mayoría de las representaciones americanas, que lo harán en San Juan o en Phoenix, Arizona, no parece totalmente casual. Porque jugando en Fukuoka, los cubanos no tendrán que trasladarse a Miami para la segunda ronda, lo que evitaría la probable “hostilidad” de buena parte de la comunidad cubana radicada en esa ciudad. Es conveniente recordar la airada reacción de la delegación cubana— amenazaron con retirarse de la competencia si no se ponía fin a la “provocación”— cuando, en uno de los Clásicos anteriores con sede en Puerto Rico, un asistente al estadio se colocó detrás del home con un letrero que decía “abajo Fidel”; un letrero que, inevitablemente, fue visto por todos los cubanos que presenciaban el desafío a través de la televisión.
Otra de las preocupaciones estará seguramente relacionada con la posible fuga de peloteros, una estampida que ha influido en el retroceso experimentado por el béisbol cubano. Hace muy poco, durante una gira de preparación por México, el torpedero Roberto Carlos Ramírez decidió no regresar a la isla, con la consiguiente afectación, además, para el equipo Industriales, el cual pensaba redondear su infield con este pelotero en la presente serie nacional.
Entonces, si a las mencionadas zozobras agregamos la presión que pudieran sentir los cubanos al tener que enfrentar en la segunda ronda a los equipos de Japón y Corea del Sur, ambos vencedores de nuestros peloteros en los últimos enfrentamientos, es muy atinado suponer que el Tercer Clásico Mundial podría no deparar muchos momentos de felicidad a la delegación cubana.