LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Son miles los cubanos que emigran al estar descontentos con las múltiples privaciones políticas y económicas impuestas por una dictadura de más de medio siglo que no puede ni quiere garantizar el bienestar de su pueblo. Y no solo emigran en busca de mejoras económicas, sino también de libertad, porque hemos sido despojados de los derechos más elementales.
Para emigrar se acude a las variantes más inverosímiles: arriesgar la vida en el Estrecho de La Florida, esconderse en el tren de aterrizaje de los aviones, arreglar matrimonios y, entre otras vías, aceptar pésimas condiciones de trabajo con ínfimos salarios.
Mi vecina Mayra tiene un recuerdo desagradable de su intento de emigrar para mejorar la vida de su familia. El padre vendió el automóvil y le dio el dinero para el pasaje y algo más con qué mantenerse un tiempo. Logró que una amiga alemana le pusiera una carta de invitación. La muy ingenua, creía que llegar a Alemania sería suficiente para establecerse, pero a pesar de hablar alemán no pudo encontrar trabajo.
Cuando se le acabó el dinero tuvo que regresar; además, si se quedaba en Europa le debería a la amiga los 2500 euros de fianza que el Gobierno alemán le había exigido para darle la visa.
Y no son pocos los que vendieron sus casas y sus carros para lograr su sueño de ser libres, y luego tuvieron que enfrentar la decepción en las embajadas. Y es que ante el creciente flujo de emigrantes cubanos, la gran mayoría de los países toman medidas.
Cuando el Gobierno ecuatoriano eliminó el visado, muchos cubanos vieron una gran oportunidad para salir de aquí. El objetivo de la medida era incrementar el turismo. El de los cubanos, utilizar esa ruta para llegar a Estados Unidos.
Pero en solo dos años la población cubana en Ecuador se había multiplicado, por lo que el Gobierno de ese país les puso limitaciones. Lo que en su momento era conocido popularmente como “la ruta de los cubanos”, se volvió un camino escabroso.
Para poder quedarse en Ecuador, hasta que llegara la oportunidad de “brincar” a los EEUU, Manolito perdió 2000 dólares, el precio del abogado privado que le arreglaría un matrimonio.
Vendió la casa de mutuo acuerdo con su mujer cubana, quien, aunque no sabían cómo, emigraría con él. Pero al tratar de legalizar su situación descubrió que el abogado había desaparecido con su dinero sin asentar el matrimonio. Para regresar a Cuba tuvo que acudir a amigos cubanos que le prestaron dinero.
Para llegar a EEUU, muchos cubanos se arriesgan a cruzar por la selva, indocumentados, huyendo de la policía. Pero solo algunos con buena suerte lo han logrado.
Por otra parte, debido a la falta de información, muchos se han creído que el permiso de salida, conocido como tarjeta blanca, y la carta de invitación, eran los únicos obstáculos entre ellos y la libertad. Sin embargo, esto dista de ser cierto.
Sencillamente, los posibles impedimentos para obtener la tarjeta blanca fueron transferidos al otorgamiento del pasaporte. Continúan las restricciones en los casos que el Gobierno considera “de interés”, ya sean médicos, deportistas de alto rendimiento o ex funcionarios.
Y por si no bastara con los casos debidamente especificados, no falta un último inciso reservado para cualquier otra situación indeterminada en que el Estado decida no otorgar dicho documento. Según algunos que ya han aprendido a leer entre líneas, aquí dice, sin decir, “a opositores”.