LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Llegó a cobrar su cuenta. Durante seis años sirvió como nadie a la monarquía insular. Andrei Gromiko, el canciller soviético, hubiera sentido envidia de él.
Miguel Moratinos, el ex canciller español, llega a La Habana solo con su manto de Diputado del Partido Socialista Obrero Español y es recibido por el monarca y su canciller en entrevista pública.
¿Vino Moratinos como mandadero, de Zapatero? Parece que no. El Presidente del gobierno español dejó claro hace tiempo su desprecio por el gobierno militar cubano y su interés por promover la democracia en la isla. Mal asesorado por el ahora ex canciller, su gobierno se vio atrapado en el sino, de la tragedia cubana y la falta de escrúpulos de la clase política comunista y la familia Castro.
¿Regresó Moratinos a recibir nuevas órdenes de sus aliados? Increíble, pero no imposible. La alianza establecida entre Raúl Castro y Miguel Moratinos, evidenciada por su incondicional apoyo a la dictadura durante sus seis años al frente del Ministerio de Exteriores ibérico, y el empantanamiento a que llevó a su institución por mal centrarse en el tema Cuba, puede ser indicio de cierta subordinación emocional suya, como la de Hugo Chávez ante Fidel Castro.
¿Vino a recoger su pago? Esto es lo más probable. Quizás no en las despreciables monedas, que hicieron de Judas el traidor. Pero si en cuotas de influencia que le permitan sentarse en la silla de Secretario General de la Organización Mundial de la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La corrupción política tiene muchas formas de expresarse y el tráfico de influencias es una de ellas. El poder blando cubano, el que envía médicos y profesionales como mano esclava a países de África, América y Asia, y cobra en influencias y votos en los organismos de las Naciones Unidas es un mecanismo.
¿Es Moratinos fiel admirador de Raúl Castro o solo un cobrador de promesas?