LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Al caminar por los barrios de La Habana, o de otras ciudades, resulta común toparse con el aviso: “Hay ron”. La curiosidad y los comentarios populares, despiertan el deseo de indagar sobre la cara oculta del ubicuo cartel.
Lo primero que llama la atención es el aspecto de estos locales de venta, que son propiedad del Estado: sucios, sin ventilación, cerrados, oscuros… Al respecto, un vendedor de Luyanó me dijo: “La Empresa de Bebidas y Licores no nos entrega bombillos, ni instrumentos y productos para limpiar. Si los toneles o las llaves presentan salideros, tenemos que repararlos o mandarlos a reparar por nuestra cuenta, con el dinero de nuestros bolsillos”.
En realidad, más que su propio dinero, estos empleados parecen utilizar el dinero de los consumidores. Vender ron a granel es un negocio bien lucrativo. El nivel de vida de los vendedores no corresponde al sueldo bajo que perciben. ¿De dónde proviene esa ganancia sino del “bautismo” con agua a los toneles?
Ron más barato, de la peor calidad, que se vende fluido a los más pobres, recibido de las bodegas de las fábricas Cubay y Ronera Occidental, que debieran contener entre 32 y 32,5 grados de alcohol, pero eso es pura teoría que los expendedores pasan por agua.
Por ejemplo, una inspección en el expendio de Diez de Octubre y Santa Emilia, arrojó 20,6 grados de alcohol. Otra, en Cortina y O Farril, fue de 30,6 grados. En la calle Neptuno 505, el alcoholímetro marcó 30,8 grados. En Campanario y Lealtad, 30,8 grados; en Calzada de Bejucal y Washington, 29,9; y en el punto de venta de María Auxiliadora y Tercera, 23,4 grados.
El ron no solo es adulterado con agua, con la consecuente pérdida de su calidad, sino que también se le añaden sustancias que ponen en peligro la salud de los consumidores.
Hace mucho tiempo que no se distribuyen refresco a granel. Y la malta engrosa la extensa lista de alimentos definitivamente extraviados de la gastronomía del cubano. El vaso de leche prometido por Raúl Castro para cada cubano queda en las metas económicas imposibles de alcanzar. Sin embargo, el dañino ron barato permanece en venta fluida todo el tiempo, y por la libre, en cualquier cantidad.
Es lastimosa la depreciación del ron en el plano interno, que siempre animó festejos o sirvió para brindar sanamente entre amigos. Hoy su calidad es un insulto, en un país con larga y relevante trayectoria como productor de ron. Hasta el embotellado para venta en divisas es comúnmente adulterado por los empleados y administraciones de las shopping.