LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 -Mi anterior trabajo dedicado al tema de los cinco espías cubanos encarcelados en Estados Unidos tuvo por título “Cinco es igual a doce”, y fue colgado en Cubanet el pasado martes. En él comencé a darle una respuesta —que deseo terminar ahora— a la serie de tres artículos publicados por el actual Presidente de la Asamblea Nacional bajo el título común de “Un reto al periodismo”.
Coincido en una cosa con lo expresado por Alarcón: Cuando en 2005 una sala de la Corte de Apelaciones de Atlanta dispuso la anulación de la sentencia y la celebración de un nuevo juicio, pensé que lo ideal era que esa decisión se mantuviese vigente. Y no por razones jurídicas (el proceso a los Cinco fue escrupuloso y exhaustivo en grado extremo), sino políticas.
Me explico: Como expuse en mi anterior escrito, durante los más de ocho meses que duraron las sesiones judiciales, la propaganda castrista no informó sobre las numerosísimas pruebas practicadas. Después, se ha dado el lujo de dar su propia versión de lo sucedido, que algunos en el mundo han creído o fingido creer, pese a que tiene bastante poco que ver con la realidad.
Un paradigma de lo anterior lo vemos en antiterroristas.cu, sitio-web especializado en el tema de los miembros de la Red Avispa. Él cuenta con una sección intitulada “El juicio”, consagrada al que fue, hasta ese momento, el proceso más largo de la historia norteamericana. Pues bien: ¡los plumíferos castristas han concentrado la descripción de los más de ocho meses de trámites judiciales en igual número de parrafitos, de los que sólo uno excede de tres líneas! Un verdadero alarde de síntesis.
Ese enfoque torcido de los hechos es el que ahora ha permitido a Alarcón —por ejemplo— describir como una “inventada acusación” y una “infame calumnia” la imputación de la “conspiración para cometer asesinato”, pese a existir —como ya dije— la transcripción de los mensajes intercambiados entre jefes y agentes de la Red Avispa, en los que todos coordinaban el derribo de las avionetas desarmadas.
Con respecto al hipotético nuevo juicio, surgen preguntas: De haberse celebrado éste, ¿habrían tenido los castristas la desfachatez de volver a no informar al público cubano sobre sus incidencias! Los que en todo el mundo han puesto la cara para solidarizarse con los Cinco, ¿omitirían informarse sobre la marcha del proceso! ¿Seguirían repitiendo Danny Glover, Peter Coyote y tantos otros compañeros de viaje y tontos útiles que el grupo de espías pretendía impedir acciones terroristas y que están encarcelados sólo por eso!
Para 2005, el actuar de Ana Belén Montes había sido desenmascarado, por lo que habría podido figurar en la nueva imputación. Como se sabe, esa otra integrante de la red de espías estaba infiltrada en el Pentágono de Washington. ¡Menudo sitio para que trabaje una agente perteneciente a un grupo que, según la propaganda comunista, no estaba interesado en averiguar secretos estatales norteamericanos, sino sólo en conocer sobre las actividades de “la Mafia terrorista de Miami”!
La decisión del pleno de la Corte de Apelaciones, al no ratificar la decisión de anular la sentencia de los Cinco, demostró una vez más que nuestro gran vecino del Norte es un estado de derecho, cuyos tribunales son independientes y actúan guiándose no por motivos políticos, sino legales.
Al comienzo mismo de su serie de artículos, Alarcón de Quesada expresa preocupación por “los muchos millones de dinero público” gastados en el juicio por el gobierno más rico de la tierra. La ansiedad del líder parlamentario cubano nos resultaría más comprensible si él mostrase análogo desvelo por las erogaciones realizadas en el mismo asunto por la hambreada Cuba.
En mi artículo “¿Un quinteto de cuatro?”, publicado por Cubanet el pasado abril, pregunté: “¿Se hará alguna vez el cómputo de los millones de dólares que cuestan los repetidos viajes, los congresos internacionales, los cócteles y cenas de trabajo, los obsequios para ganar la buena voluntad de políticos extranjeros influyentes, las becas concedidas en Cuba a familiares de los activistas más destacados, los anuncios pagados publicados en importantes —y caros— periódicos, las vallas anunciadoras ubicadas en zonas céntricas de grandes ciudades?”
Está claro que todas esas actividades y las otras que el Presidente de la Asamblea Nacional coordina como “ministro de los Cinco”, cuestan también “muchos millones de dinero público”; pero en este caso el numerario no sale del abultado bolsillo extranjero del opulento Tío Sam, sino de la faltriquera escuálida de quien personifica al pueblo de la Isla: el famélico Liborio Pérez. ¿Mostrará Alarcón por el paupérrimo presupuesto insular el mismo desvelo que por el de Washington!
El líder parlamentario castrista se queja porque “sólo se tiene una información muy parcial” sobre “el volumen de recursos utilizados” en el juicio. ¿Significa esta manifestación el anuncio implícito de que las autoridades de La Habana harán saber al contribuyente cubano cuántos millones de dólares han prodigado en su campaña mundial por Los Cinco!