LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Talía González, conocida periodista de la televisión cubana, trata temas económicos relacionados con las necesidades de la población en el noticiero nacional de televisión los martes desde hace semanas. El 13 de marzo abordó el visible incremento de las actividades especulativas en las calles de la capital y otros lugares.
Mostró escenas y señaló que muchos productos ofertados por los revendedores se comercializan en las tiendas por divisas, donde los compran para acapararlos y venderlos a precios superiores en el mercado negro, cuando faltan allí. También se refirió a las papas con precios hasta 5 veces superiores a los de los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE), donde se ofertan a 1 peso la libra, cuando aparece, a pesar de estar el tubérculo en plena cosecha. Pudo haber presentado otros ejemplos, como el huevo y la carne de cerdo que actualmente faltan en los mercados estatales. Incluso muchos vegetales y frutas tienen precios en los Mercados de Oferta y Demanda varias veces superiores a los vendidos en los oficiales, en los cuales hay inestabilidad y cuando se oferta el producto es de mucha menos calidad.
En realidad, es un tema recurrente que la prensa oficialista ha expuesto desde hace decenios, sin que se resuelvan los problemas. Por el contrario, la especulación crece a niveles alarmantes. En el reportaje Talía González mencionó que muchos cuentapropistas están acumulando recursos para comercializarlos a precios más elevados, y dejó entrever la posible aplicación de medidas represivas contra los especuladores, métodos aplicados en otras oportunidades, cuando únicamente lograron incrementar la escasez y aumentar los precios en el mercado negro.
El agio y la especulación en Cuba es un fenómeno inherente al ineficiente sistema económico imperante, que ha sido fuente de improductividad, promotor de escasez y de un ambiente propicio para la especulación. La oferta de los productos en las tiendas estatales no tiene estabilidad y los artículos se desaparecen durante meses y años, lo que es aprovechado para lucrar. Asimismo obliga a los cuentapropistas a crear reservas de insumos comprados al detalle por no contar con un mercado mayorista que les garantice los productos que necesitan para realizar sus actividades. Un escenario que seguramente existiría en cualquier parte del mundo, si pervivieran las condiciones que durante decenios hemos sufrido los cubanos.
A esto se une el descontrol de los recursos en los almacenes, en un país como Cuba donde los salarios no alcanzan para vivir. Así están creados terrenos fértiles para la sustracción de los recursos y su venta en el mercado negro con enormes tasas de ganancias. Esto ocurre desde la llegada de las mercancías a los puertos o en los almacenes de las fábricas, y continúa en la transportación y los lugares de venta a la población. Facilitan estas operaciones la diversidad de precios y mercados existentes para un mismo producto. Por ejemplo, con sólo adulterar a la baja las cuotas de alimentos vendidos por el sistema de racionamiento, y luego negociar en otro mercado el fruto del robo, son obtenidas enormes ganancias. Esto se complica con la existencia de la dualidad monetaria, que hace más difícil el control, mientras promueve la obtención de mayores ganancias con las operaciones de especulación. No resulta un secreto para nadie que las personas mejor informadas en Cuba de lo que se va ofertar en las tiendas de divisas son los revendedores.
En estas circunstancias no solo la economía es dañada, sino todos los aspectos de la sociedad cubana. De hecho cuando los salarios han dejado de ser elemento básico para el sustento personal y familiar, se ha creado un nuevo código moral que lo permite todo en aras de sobrevivir en esta selva en que se ha convertido Cuba. Son inmensas las implicaciones negativas sobre la formación ética y cívica de las nuevas generaciones. Quizás ese es el mayor reto que deberá afrontarse en el futuro.
La sección de la periodista Talía González aunque no brinda soluciones, tiene elementos positivos por cuanto trae a la superficie problemas candentes del acontecer nacional, como este de la especulación, y de esa forma constituye un paso de avance para estimular el debate. Por otra parte debe comprenderse que para poder sostenerse en la prensa oficial los periodistas tienen límites peligrosos de traspasar. No obstante, la solución de los crecientes niveles de especulación no podrá encontrar si no se realizan cambios radicales en el sistema, que liberen las potencialidades productivas y permitan un abastecimiento mayor y estable de artículos al mercado, con una concepción integral y en una economía financieramente equilibrada. Eso tendría que acompañarse con la búsqueda de mecanismos racionales de distribución, donde se elimine la variedad de mercados y precios diferentes, con mecanismos de ayuda directa a las personas que realmente la necesiten.
Para ello es indispensable la eliminación de los dogmas y la centralización estatal que durante tantos años han asfixiado la sociedad e impedido su progreso. Hasta tanto esto no se efectúe, seguirán existiendo los altos niveles de especulación y agio, con las deformaciones resultantes en los seres humanos.