LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Cierto poeta cubano lo dijo una vez, nadie nace en un sitio por azar, sino para dejar su testimonio. Esa es la labor que realizan los periodistas independientes en Cuba, dejar testimonio vivo de los hechos que marcan la historia cotidiana, sobre todo los que la prensa oficial censura.
En esta tierra de grandes periodistas, a partir del año 1959, cuando la revolución liderada por Fidel Castro toma el poder, los medios masivos de difusión fueron cayendo uno a uno en manos del partido comunista. La prensa escrita, la radio y la televisión responderían en lo adelante y de manera absoluta a los intereses del estado.
Así desapareció en Cuba todo atisbo de independencia en la información. Muchas de las mejores plumas marcharon al exilio, o perecieron en el ocio y el infortunio. Se fundó una escuela de amanuenses, supuestamente del “proletariado”. El socialismo colmó las páginas de los pocos rotativos que sobrevivieron, ahora con nombres de arengas revolucionarias y consignas, mientras era aplastado todo aquel periodista que levantó la voz contra el comunismo.
En 1976, un hombre prende la llama de las voces diversas, Ricardo Bofill Pagés, que con mucha paciencia fue forjando el movimiento de Derechos Humanos, el cual sería el embrión de los grupos de la prensa independiente, crecidos y consolidados hasta nuestros días.
El 10 de diciembre de 1987, los integrantes del Comité Pro Derechos Humanos de Cuba, entre los que se encontraban Ricardo Bofill, Reinaldo Bragado Bretaña, Rolando Cartaya, Rafael Saumell, Edmigio López Castillo, Tania Díaz Castro, y otros, sacaron al aire el primer programa radial de Radio Martí, hecho en Cuba. Esta fecha marca para muchos el nacimiento de la prensa independiente organizada.
Más tarde se van incorporando otros nombres: Indamiro Restano, Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal… y se fundan asociaciones de prensa que informan al mundo sobre las noticias que no difunden los medios oficiales: los arrestos, los actos de repudio, las expulsiones de los centros de trabajos de los disidentes y, en fin, toda clase de violaciones de los Derechos Humanos que sufrían, y aún sufren, los cubanos día a día.
El trabajo que realizaron estos hombres y mujeres de la bisoña prensa independiente fue titánico. Muchas veces sin los medios indispensables para redactar una noticia o tomar una foto. Con las fuentes de información aterradas ante la perspectiva de terminar también en las mazmorras castristas. Utilizando como grabador la memoria humana, a veces con una sola máquina de escribir para varias agencias. Perseguidos, hostigados, humillados, pateados, pero sin cejar en el empeño de cumplir con la misión del periodista: informar sobre la verdad de los hechos.
En 1994, nace la página digital Cubanet, el portal de la información cubana libre, gracias al denuedo de Rosa Berre, su fundadora, quien desde 1980 residía en Estados Unidos. Más tarde, el ciberespacio va creciendo y se ensancha con otros sitios, blogs y revistas, que recogen el diario y difícil vivir del cubano.
En marzo de 2003, en una operación policíaca dirigida por el alto mando del gobierno, conocida como Primavera Negra, la prensa independiente sufre su más duro golpe, cuando son encarcelados 27 periodistas, junto a líderes políticos y bibliotecarios independientes, y condenados todos a largos años de prisión.
Sin embargo, el resultado fue inverso al que perseguía el gobierno: crecieron en número y calidad los periodistas y las publicaciones. Es importante reconocer que en los meses que siguieron a la Primavera Negra, los periodistas que más se destacaron en la página de Cubanet fueron Juan González Febles, Farah Armenteros, Claudia Márquez Linares, Luis Cino y Tania Díaz Castro.
Desde hace un tiempo, algunos periodistas independientes nos lamentamos de la futilidad de nuestro esfuerzo, pues el artículo periodístico tiene vida de un día: nacido en la mañana, muere en el crepúsculo. Y al día siguiente habrá que escribir otro, y pasado mañana otro, y así al final del año serán trescientos artículos que se habrá llevado el viento.
La idea de organizar una antología que recoja una selección de artículos con lo más representativo de este movimiento sui géneris, que no existió en ninguno de los países del ex campo socialista, es el mínimo homenaje que puede hacerse a estos hombres y mujeres valientes, cuya única arma de combate ha sido la pluma.