GUANTÁNAMO, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -El pasado año, Guantánamo fue seleccionada por el Buró Político del Comité Central del partido comunista para acoger la celebración por el aniversario 59 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Como es costumbre, se planificaron numerosas construcciones y se priorizaron otras inversiones.
Una de ellas fue asfaltar la calle Tres oeste, para convertirla en la vía obligatoria de los coches de tracción animal destinados al transporte de pasajeros dentro de la ciudad, servicio que si bien ha resultado un paliativo ante la incapacidad del gobierno para asegurar el transporte citadino, tiene numerosos detractores debido no sólo a los problemas higiénico sanitarios que el tránsito de las bestias acarrea, sino también porque numerosos cocheros son maleducados, agresivos y totalmente ignorantes de las leyes del tránsito, lo cual ha provocado más de un accidente y altercados en las vías de la ciudad, incluidos hechos de sangre .
Sin embargo, ha transcurrido más de un año y la mencionada calle no ha sido terminada, ni existen indicios de que la entidad encargada de completar el trabajo se apreste a hacerlo. Este es un mal que ha sido denunciado públicamente por los principales dirigentes cubanos en la Asamblea Nacional del Poder Popular y en las reuniones ampliadas del Consejo de Ministros, pero ya sabemos que la denuncia per se no basta, como tampoco es suficiente promulgar una disposición jurídica y después permitir que tenga el mismo destino que las famosas Leyes de Indias: Se acatan pero no se cumplen. En estos dos aspectos hay mucha inconsecuencia.
Pero en Guantánamo las inversiones a medio camino no se limitan a la calle mencionada. Hace relativamente poco tiempo se terminó un tramo de la autopista nacional que acorta varios kilómetros el recorrido hasta Santiago de Cuba, y resuelve la incomunicación que se producía cuando llovía intensamente y la carretera antigua quedaba anegada. Sin embargo, en vez de destinar recursos para terminar el tramo completo hasta entroncar con la autopista que sale de Santiago, lo cual produciría un considerable ahorro de tiempo y combustible, la obra ha quedado ahí.
La propia autopista nacional lleva más de veinticinco años paralizada, muchos de sus tramos se han deteriorado por falta de mantenimiento y las vías que quedaron preparadas para recibir el asfalto se han perdido bajo la vegetación.
El antiguo cine Van Troy, situado en las calle Bartolomé Masó entre San Lino y Santa Rita, fue convertido en sede del grupo de teatro Campanario, alrededor del año 2007. Unos meses después, debido a las reiteradas peticiones de los trabajadores de que se emprendiera su preparación como escenario teatral se hizo una inversión que no contempló aspectos importantes como el telón de boca ni el techo, ni la instalación de un correcto sistema de iluminación. Recientemente se han visto los primeros efectos de esa inversión fallida cuando se desplomó una parte del techo, lo cual refleja el evidente peligro que han estado corriendo trabajadores y público asistente al local. Desde hace más de un mes los trabajadores se encuentran imposibilitados de trabajar y no existe hasta la fecha una respuesta concreta por parte de las autoridades encargadas de resolver este problema.
Según los discursos de los principales dirigentes cubanos, la culpa es de todos, mía y hasta de usted, estimado lector, aunque nunca hayamos dirigido una entidad gubernamental. Por supuesto, tanto usted como yo, que conformamos ese conglomerado al que los cubanos llamamos Liborio, somos los que pagamos tanta ineficiencia aunque ni siquiera se nos permita ir a la Asamblea Nacional o a cualesquiera de las Asambleas Provinciales del Poder Popular a exigirles cuentas a quienes han dilapidado de esta forma el erario público.
Curiosamente, quien revise la prensa guantanamera de estos dos años comprobará que no existe ningún artículo, reportaje o entrevista que le haya dado seguimiento a estos casos. No existe tampoco ninguna investigación profunda para acercarse a las causas que generan tanta ineficiencia económica. Hay muchas personas que dicen que el pueblo cubano tiene muy mala memoria. Parece cierto, sobre todo cuando quienes tienen el deber de alertarlo y encender el debate público balan sólo cuando suena el cencerro del cordero que guía la manada.