LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Acaba de cumplirse un año de la estancia de Julián Assange, fundador de WikiLeaks, en la embajada en Londres de la República del Ecuador. El gobierno ecuatoriano insiste en que al australiano, quien está acusado en Suecia por la comisión de dos delitos sexuales, se le otorgue un salvoconducto que le permita abandonar Inglaterra con destino al país sudamericano.
Con el aparente propósito de viabilizar la solución del asunto, el canciller Ricardo Patiño se ha trasladado a la capital del Reino Unido. Su objetivo expreso es entrevistarse con su homólogo británico para tratar el diferendo. No obstante, su primer acto público en esa ciudad fue sostener un coloquio con el conocido asilado.
Por supuesto que la pretensión del Ecuador carece por completo de una fundamentación jurídica seria. Tanto es así que, pese a algunos amagos en contrario, ese país se ha abstenido de someter el caso a instancias internacionales, donde hubiera llevado la de perder. El asilo en sedes diplomáticas es una institución puramente regional; como regla, se otorga y acepta sólo en embajadas de estados de Latinoamérica enclavadas en países de esta misma parte del mundo. ¿Ignoran esto el señor Patiño y sus asesores?
No se le debe confundir con el de carácter territorial, que es el que cualquier gobierno puede conceder a las personas que logran cruzar sus fronteras. El asilo diplomático -por el contrario- está regulado en varias convenciones acordadas y ratificadas por países de Nuestra América: las de La Habana en 1928, Montevideo en 1933 y Caracas en 1954.
Aunque de modo excepcional se ha otorgado en embajadas de otros estados, esto sólo ha ocurrido en casos de guerras civiles u otras conmociones graves del orden público. Y sólo a favor de personas cuyas vidas o integridad física corren gran peligro. Resulta obvio que ése no es el caso de países prestigiosos, estables y respetuosos de la Ley como Inglaterra y Suecia.
¿Claudicarán los británicos ante el hecho consumado creado por las autoridades ecuatorianas? No cabe excluir ninguna posibilidad, porque ya se sabe que la política es una señora muy veleidosa. Pero me permito dudar que el gobierno de David Cameron ceda ante esto que puede ser calificado como un verdadero chantaje del régimen de Rafael Correa.
Para colmo, los diplomáticos ecuatorianos en Londres ni siquiera han tenido el pudor de forzar a su controvertido inquilino a mantener un bajo perfil. Todo lo contrario: meses atrás, le permitieron dirigir la palabra, desde un balcón de su embajada, a un grupo de partidarios que se congregaron allí: una grosera provocación. También toleran que Assange formule declaraciones a la prensa desde el interior de su santuario.
A mediados del pasado siglo, el gobierno del Perú -para el que sí regían las convenciones arriba mencionadas- se negó durante más de un decenio a otorgar el salvoconducto solicitado por la embajada colombiana para el líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre. ¿Qué impide que un país de tanta historia y prestigio internacional como el Reino Unido adopte una posición similar, máxime cuando ningún tratado internacional lo obliga a hacer lo contrario!
Actuar de otro modo representaría ceder al chantaje y sentar un precedente malsano, que podría ser aprovechado después por cualquier país para forzar a un estado soberano a cumplir compromisos que no ha asumido de manera libre, y para ganar de paso, con poco esfuerzo, notoriedad mundial y destaque informativo para su mandón de turno, como el que en este caso ha obtenido Correa.