LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -A unos días de celebrarse en La Habana el XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), observamos un panorama discordante entre el número de habitantes en edad de trabajo y el número de los que trabajan, así como de éstos contra el número de los que producen.
Cuba está necesitada de reformas en los salarios, en las condiciones de vida de los trabajadores, y en la búsqueda de perspectivas que vuelvan interesantes las esferas laborales que son detestadas, como la agricultura, la construcción y la industria pesada, pilares para una economía en ascenso, en nuestro caso.
Hoy, los cubanos en edad laboral priorizan empleos donde no deba tomarse un transporte para ir al trabajo, ni rendir cuentas a administradores, o donde se ofrezcan incentivos materiales, acceso directo al dinero o a los productos.
El número de trabajadores que produce es notablemente inferior a la cantidad de los llamados empleos insulsos, que no cuentan en el Producto Interno Bruto. A la infinita plantilla de la burocracia, ahora se suma la masa de cuentapropistas y muchos intermediarios, que decantan la balanza a favor de un dinero global que no es producción y además nunca pasa por las arcas del Estado.
También se suman los miles que deambulan por las calles pregonando escobas, trapeadores, palitos de tendederas, percheros, platos, vasos… productos puestos en la puerta de las casas, a un precio diez veces mayor de su valor en una economía común. Igualmente se suman más de un cuarto de millón de kiosqueros y carretilleros, que en cada cuadra ofrecen un panorama de atraso en el tiempo.
Es lugar común en Cuba ver a una pareja de fortachones, idóneos para la agricultura, por la calle comprando cualquier pedacito de oro, o a prospectos de constructores con ristras de ajos en las entradas de los comercios.
Los custodios, un gremio que se expandió como una ola con la llegada del Período Especial, constituyen un puntal alto de la improductividad. A los que se agregan las muy abultadas plantillas de los cuerpos armados, las FAR y el MININT, un número desconocido pero realmente significativo.
Por último, encontramos la insondable cantera del futuro, jóvenes entre 16 y 20 años, que se mueven al ritmo de la época, sobreviviendo con sub empleos que se inventan por el camino.
En una encuesta realizada entre cincuenta de estos jóvenes, residentes en los barrios del municipio Playa, doce dijeron estar interesados en trabajar para el Estado, ocho que iban a vivir de la reventa de videojuegos, DVD, memorias flash…, cinco se dedicarían a vender sus cuerpos o a buscar un extranjero para casarse, diez buscarían su salvación cruzando el estrecho de Florida, o por otra vía, y quince vislumbraron sus futuros de carretilleros o vendedores callejeros.