LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -Hace algún tiempo, se hizo más o menos público el pacto de colaboración entre el departamento que atiende cultura y recreación en la UJC nacional y PMM, grupo local de productores artísticos y de espectáculos. Los orígenes de PMM se pierden en la turbia noche del calamitoso entorno sociocultural cubano. Las siglas significan, en ese orden, “Por un Mundo Mejor”. Su éxito a nivel comercial se debe, en lo fundamental, al respaldo que brindan al segmento más exitoso de la escena reaggetonera local.
Los productores de PMM saben muy bien cómo vender un producto musical. También saben cómo insertarse en los medios de difusión y a la vez logran que en cada barrio se perciba a PMM como máximo y único sinónimo de fiesta. Sus productos “estrellas” muestran sin ningún límite el lujo máximo derivado del éxito. Ya se sabe que sin quemarse mucho las pestañas y teniendo el apoyo del “poderoso caballero”, la vida de un casi iletrado y peor educado personaje puede cambiar.
PMM es como el hada madrina que muchos jóvenes cubanos aspiran a conquistar. La abuela dictadura de los Castro está cayendo por su propio peso en el estómago del lobo feroz de la economía de mercado. Los de PMM lo saben y se han posesionado bien adentro del inconsciente colectivo, y también en el bolsillo de comisarios políticos y funcionarios de la cultura.
Donde llega PMM, “no hay vida para nadie más”. Sus métodos de negociación tienen una efectividad probada. Recuerdan, salvando distancias, el modo en que la mafia italiana se insertó en el entramado político norteamericano. En su caso, se trata de la habilidad para legitimar “sociolistamente” el tráfico de influencias. Hasta ahora, la única sangre que ha corrido es la de las víctimas de la violencia, que caracteriza a casi todos los conciertos de reagetton en la isla.
La Cosa Nostra tropical se ha quitado la máscara con el agua sucia de las reformas. Los espacios de legitimación del producto artístico musical estuvieron ofrecidos en subasta y ya fueron comprados. Los ukases ideológicos del Consejo de Estado se lavan las manos como Pilatos. Se aprestan a presenciar, como Nerón, el incendio de la vida espiritual de la nación, tocando con su lira una “canción” de Osmani García, “La Voz”, o del Micha.
El sistema, con su inoperante código de valores, se traga a la vieja serpiente del soborno. El arcángel guardián del “paraíso fidelista” ya no amenaza con la espada, sino que extiende la mano sedienta de dinero. La generación de cubanos que marcará las pautas en un futuro previsible va a parafrasear a Martí, asumiendo que “Ser rico es el único modo de ser libre”.
A nivel sociocultural, Cuba se “centroamericaniza”, y lo único que impide el surgimiento de bandas al estilo de los tristemente celebres “maras”, es el sesgo represivo brutal del sistema y su férreo control de las armas de fuego.
Sin embargo, todo hombre adulto, residente en la capital, sabe que lo más recomendable es salir de noche provisto con algún tipo de arma o aditamento cortante. Todavía suena en muchos oídos un éxito regguetonero cuyo estribillo dice mucho: “shui shui, te cogió el barbero”. La onomatopeya y la frase se refieren al sonido cortante de la tradicional navaja de afeitar del fígaro, usada como arma blanca.
El pacto de conveniencia mutua entre la UJC, brazo ejecutivo de una ideología en decadencia, y PMM, es el signo visible del tipo de aires que soplan para la cultura en Cuba.