LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – La decadencia del sistema de salud cubano se refleja también en la incapacidad de algunos médicos de familia a la hora de escribir y remitir a un paciente al hospital. Para muestra, un botón.
Juana Mendoza leyó la remisión que había hecho la médica de la familia a su hija Marta, para que le realizaran un chequeo general en un hospital capitalino. Las faltas de ortografía no le asombraron, pues está al tanto del fracaso del sistema educacional cubano. Lo que la indignó fueron las mentiras que refería la remisión. En ella se reflejaban resultados de exámenes que la doctora nunca realizó. La paciente no fue auscultada, ni le tomaron los signos vitales. “Ni siquiera la tocó y apenas la miró” -asegura la madre de la paciente.
Juana regresó sola al consultorio y le dijo en privado a la doctora que necesitaba verla. Juana le señaló su falta de educación, pues prácticamente, durante la consulta, la dejó a ella y la hija con la palabra en la boca, sin siquiera excusarse. Le preguntó, además lo que pensarían los especialistas cuando leyeran su remisión, llena de faltas de ortografía: Juana con minúscula, familia con y, médico sin tilde, y otras bellezas. “Eso afecta su imagen profesional”, le dijo.
Juana le ofreció ayuda a la doctora para que mejorara su forma de escribir y le preguntó: “¿Ha pensado en las consecuencias de las mentiras que ha escrito en la remisión? Cabizbaja, la doctora se retiró de la vivienda, sin pronunciar una palabraCorrientemartiana2004@yahoo.com