LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -La peregrinación evangelizadora y solidaria con el pueblo del Papa Benedicto XVI se extendió del 26 al 28 de marzo a Santiago de Cuba y La Habana, pero sus palabras merecen la más profunda meditación y tendrán validez histórica, pues abordó los asuntos medulares de la sociedad, con definiciones y propuestas demostrativas de que Cuba, su iglesia católica y todos los cubanos ocupan un lugar especial.
Su visita, también con carácter oficial, ocurrió cuando el país atraviesa un período de aguda crisis política, económica y social, y las autoridades se debaten entre la necesidad de echar abajo un sistema inoperante desde todos los puntos de vista, incluso para permanecer en el poder como pretenden, la retranca de los dirigentes a todos los niveles para no perder sus privilegios, y el terror de todos por quedarse sin el dominio absoluto del que gozan desde hace 53 años. Sin embargo, a pesar de la “actualización” el modelo económico sigue siendo improductivo y la población continúa padeciendo las carencias, sin que crea más en las eternas promesas del partido y el gobierno, mientras los subsidios de Venezuela tienen un futuro cada día más incierto. En ese contexto, se mantiene una represión personalizada y con cortos períodos de detención sobre las personas y grupos opositores que pretendan reunirse o manifestarse públicamente. En un futuro indeterminado, el pueblo cubano podría seguir sumiso aspirando a un permiso de salida al extranjero, o romper los muros de contención, probablemente con consecuencias difíciles para todos.
En síntesis, ese es el ambiente a donde el Santo Padre llegó con sus mensajes para gobernantes y gobernados, cubanos dondequiera que se encuentren. Señaló la necesidad de cambios y exhortó a la búsqueda de la verdad para alcanzar la libertad y la justicia, con la participación de todos para construir una sociedad inclusiva, dialogante, con respeto de las libertades fundamentales, renovada y reconciliada. Si bien sus homilías y alocuciones merecen atención, el mensaje de despedida en el aeropuerto José Martí de La Habana concentra los conceptos muy vinculados a los asuntos fundamentales para la persona, la familia y la patria.
La presencia del Papa en Cuba brindó la hermosa oportunidad de reencuentro mediante los viajes de cubanos residentes en el exterior, fundamentalmente los Estados Unidos, y las misas oficiadas por prelados de diversas nacionalidades, incluyendo cubano-americanos, y el arzobispo de Miami el 27 de marzo en la catedral de La Habana. Monseñor Wenski se empeñó personalmente en contribuir a las actividades por el 400 aniversario del encuentro de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre y el Año Jubilar Mariano 2012, así como el traslado y la estancia de las personas visitantes. Está ayudando al acercamiento y la colaboración que redunda en beneficio de nuestra Patria.
Otra novedad en esta ocasión fue la “humildad” con que Fidel Castro pidió ser recibido por el papa, quien le concedió una audiencia de media hora, a tenor con su cargada agenda. No se sabe si acudió con pleno uso de sus facultades o empujado por el sequito de su esposa nunca presentada al pueblo cubano, tres de sus cinco hijos y una joven, que se esforzaron por ser retratados junto a su Santidad y aparecer en la televisión nacional. Se supone que hayan pedido la bendición cristiana, más allá de la fase propagandística y de procurar inclusión en los “anales” de la historia cubana.
La participación de la población en las actividades del Papa fue mayoritariamente por decisión propia, con admiración, respeto, fervor cristiano y hacia la virgen de la Caridad del Cobre. Sobre todo se destacó la asistencia sentida de los jóvenes. Aunque el gobierno convocó en muchos lugares, como tradicionalmente hace ante la llegada de un visitante extranjero, la Iglesia Católica Cubana no pretendió una participación sin motivación espontánea y entusiasmo. En Cuba crece la fe y la religiosidad, entre un pueblo que las tuvo vedadas hasta 1992, con severos castigos. Incluso el Santo Padre abogó por una mayor apertura, en áreas como la educación y otras actividades.
Es de esperar que en el curso de los próximos meses se aprecien más resultados de las conversaciones sostenidas por el papa con Raúl Castro. Benedicto XVI ha reclamado el respeto de las libertades fundamentales, abordado la situación de los presos y marginados, y sentado bases para continuar progresando en la recuperación de valores morales y cívicos, propiciar el diálogo y la inclusión, procurar el trabajo unido y la reconciliación. Pero nuestro presente creador del futuro de la persona, la familia y la Patria depende de la responsabilidad y los esfuerzos de todos los cubanos, sin egoísmos ni ansias de protagonismo individual.