LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – La mamá de Cristina perteneció al Movimiento 26 de Julio, y luego, del Partido Comunista. También fue miliciana, interventora” de un taller de costura en los años de la “ofensiva revolucionaria”. Por supuesto, también fue fundadora de los Comités de Defensa de la Revolución. Los vecinos, a sus espaldas, la llamaban “el latiguillo”.
Cristina no piensa como la madre, pero no le gusta discutir con ella. Por eso, cuando se publicó el libro La victoria estratégica, de Fidel Castro, y la mamá se antojó de tenerlo. Cristina salió a la calle y hasta que lo compró no volvió a la casa
La madre leyó el libro encantadísima; aunque dormitando a ratos, pero con el mismo placer con que no se pierde un discurso ni una reflexión. En esos momentos, no se acuerda ni de la prima Hortensia, con la que tan animadamente conversa por teléfono, y de la que no quiso saber durante años, por que se había ido para Miami. Hortensia ahora, desde Miami, mantiene la casa, porque con su retiro y el sueldo de su hija no se hace nada.
Cuando se publicó, poco después, la segunda parte del mencionado libro, Cristina supo que su pesadilla comenzaría de nuevo. Pero como no le gusta discutir con la madre autoritaria que le tocó, allá fue de nuevo a la librería a ver si tenía suerte. Decidió ir a la misma donde compró el primer tomo. La dependienta había sido muy amable, y pensó que allí encontraría lo que buscaba.
Pero esta vez no tuvo suerte, quizás porque comenzó su búsqueda demasiado temprano. El caso fue que no habían traído el libro todavía. Entonces Cristina decidió, para no perder el viaje, y aprovechar que tenía dinero, comprarse un libro para ella, y le preguntó a la muchacha si tenía Las mil y una noches. La empleada, que se acordaba de ella, con cara entre pícara y burlona, le dijo:
– ¡Ah, muchacha! Se ve que a ti lo que te gustan son los cuentecitos.