LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Leo le puso a su bici-taxi un nombre aterrador. Pero en realidad este bici-taxista no ha matado ni a una mosca, a pesar de su dura mirada, la ausencia de una sonrisa y su pose de “pillo”. Para las personas como Leo, la hipérbole es simplemente una forma natural de expresión. Su único objetivo al utilizarla es que le gusta como suena.
El cubano adora la exageración. Parece que desde que nace, lo hiperbólico lo atrapa, y no lo suelta hasta que se une nuevamente al polvo bíblico. Este es, quizá, uno de los rasgos más distintivos de nuestra idiosincrasia.
Leo se autodefine como un “salvaje” en el giro de los bici-taxis, con lo cual quiere significar que es muy bueno en ese negocio. Le puso a su vehículo el nombre de “Leo el asesino”, y a las mujeres de curvas pronunciadas y andar sexy les llama “yeguas”. Para referirse al policía que lo multa, dice: “ese tipo es un criminal”, y a los bici-taxistas que no son de su agrado, por cualquier razón, los llama “tarecos”.
Para un extranjero que hable español, sería una verdadera proeza poder entender a este habanero, que en el trascurso de un par de oraciones ya ha mencionado a un salvaje, un asesino, un criminal y una yegua, en un contexto que nada tiene que ver con el significado de dichas palabras.
Pero no siempre Leo habla así. Cuando se trata de futuros clientes, este joven cubano muestra su lado camaleónico, y se desmelena: aparece una sonrisa, y su pose se transforma en la de un botones de gran hotel. Su jerga se esfuma y da paso a un lenguaje formal y educado.
Hasta parafrasea un verso ilustre, que él ha convertido en un dicharacho: “yo soy arte entre las artes, y en los montes, montes soy”, con lo que quiere decir, según sus palabras, que lo mismo habla jerga que idioma fino. Sin dudas es astuto y sabe cómo tratar a sus clientes.
A la pregunta de por qué le puso el nombre de “Leo el asesino” al bici-taxi, adornado con dos carabelas llameantes, responde en jerga: “No sé. Le descargo. Tiene aguaje”. Una traducción posible a sus palabras podría ser: “No sé. Me gusta. Tiene presencia”.
Una señora se acerca y le pregunta algo. Él asiente, y ella se acomoda en el bici-taxi. Ya es hora de pedalear nuevamente. Antes de irse contesta a una última pregunta: Si tuvieras que cambiarle el nombre a tu bici-taxi por otro menos impactante, ¿cuál le pondrías?.
Piensa unos pocos segundos y contesta: “Leo el chacal”.