LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Hace poco más de dos años, en una de esas asambleas que se organizan en Cuba cada cierto tiempo para que la gente se distraiga inútilmente contando sus problemas, dos campesinos de las afueras de La Habana se cruzaron esta interlocución:
Uno dijo que aunque se había pasado la vida criando vacas, sus hijos no conocen la carne de res. Pero el otro lo convocó a confesar claramente la verdad, la cual no es que sus hijos no hayan comido nunca carne de res, sino que la comen creyendo que es otra cosa, pues no podrían explicarles que para que aparezca en su mesa, los padres tienen que delinquir de la manera más estrafalaria: robándose ellos mismos su propio ganado para sacrificarlo, con lo que se exponen a ser condenados por las leyes a guardar varios años de cárcel.
En el anterior ciclo asambleario de discusiones populares aún era corriente este tipo de intercambios tragicómicos en los que el pueblo expresaba con gracia sus angustias, esperanzado remotamente, pero todavía esperanzado en hallarles remedio.
Era una disposición que en general no se está observando ya en la nueva ronda de asambleas entretenedoras, convocadas dicen que para “discutir” el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Esta vez no sólo brilla por su ausencia el choteo y el humor negro que nos caracterizan (pues el horno no está para palitroques), sino también la manera más o menos desenvuelta con la que anteriormente fueron denunciados muchos desmadres cometidos por el régimen ante el silencio cómplice de los medios de información.
Según lo trascendido hasta hoy -mediante rabio bemba, que sigue siendo el único medio confiable en la Isla-, entre los pocos que dan opiniones sinceras en las nuevas asambleas, la mayoría lo hace para repetir las mismas preguntas: ¿De qué nos ha servido que señalemos una y otra vez los problemas? ¿Para qué expresar criterios que ya conocen y que no han tenido en cuenta?
Por más que nuestros caciques finjan no haber reparado en el detalle, por más que la prensa oficial cumpla el rol de hacerse la sueca, es notable el cambio de actitud que ha manifestado la gente en el período relativamente corto de dos años.
Algunos dirán que esto sucede porque los tales lineamientos de la política social y económica del partido fueron aplazados durante demasiado tiempo y ahora llegan tarde. Habría que recordarles el refrán: nunca es tarde si la dicha es cierta.
Lo malo entonces no es que demorasen, sino que, encima, los lineamientos son curvos, no van en pos del horizonte. Apenas se enroscan sobre aquellos viejos desmadres, denunciados en asambleas anteriores. No en balde están ariscos los asambleístas.
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