LA HABANA, Cuba, julio, www.cubant.org -Concluyó, en La Habana, el XIV Coloquio Internacional Ernest Hemingway, celebrado entre el 20 al 23 de junio, con la presencia de un centenar de peritos de ocho países. El evento coincidió con los noventa años de la publicación de Tres historias y diez poemas, y con el sesenta aniversario del Premio Pulitzer, por El viejo y el mar.
Participaron, entre otros, Susan Wrynn, conservadora de la colección Hemingway del Museo y Biblioteca Presidencial John F. Kennedy, y Sandra Spanier, profesora de la Universidad de Pensilvania. Spanier refirió su dedicación, desde hace años, para reunir las diecisiete cartas de Hemingway, quien no gustaba escribir ni responder epístolas. Un cuño en la biblioteca de La Vigía dice: “Yo nunca escribo cartas”.
Mediante convenios de la estadounidense Fundación Finca La Vigía, la Biblioteca JFK, de Boston, y otras universidades e instituciones de Estados Unidos y Cuba, y con la ayuda del Departamento de Estado y del Tesoro, y la cooperación del gobierno cubano, arribaron a los Estados Unidos, en mayo de 2000, documentos digitalizados de Hemingway. En 2008, llegaron 3 mil.
En su última partida de Cuba, Hemingway llevó consigo, en una caja fuerte, manuscritos y otros documentos que consideró muy importantes. Por negociación entre los gobiernos de Kennedy y Castro, Mary, viuda del escritor, llevó desde Cuba un barco cargado de documentos y libros, que fueron depositados en la biblioteca de Boston. Desdichadamente, Mary quemó en La Vigía muchos documentos que consideró poco importantes.
Se acordó mantener el Diario de Vida (on line) de Hemingway para conocer mejor al famoso narrador en sus facetas como hombre, escritor, amante de su familia, amigos, mascotas, pescador, cazador, aventurero, noctámbulo, madrugador, incansable trabajador y efímero amigo de Fidel Castro, a quien conoce en mayo de 1959, dos años antes de que Castro confiscase su hacienda habanera.
El escritor creyó en cantos de sirena
Se descubrieron bonos del Partido Socialista Popular y del Movimiento 26 de Julio, que vinculan a Hemingway con esos movimientos subversivos. Nada de qué sorprenderse: él era demócrata, amigo del pueblo cubano, y creyó en los cantos de sirenas de esas organizaciones que prometían el paraíso.
Cuando Castro triunfa, el 1 de enero de 1959, Hemingway estaba en los Estados Unidos. Hace declaraciones de simpatías por la revolución. El escritor comentó a Anastas Mikoyán, primer ministro de la Unión Soviética, el 4 de febrero, recogido por Pravda: “La revolución cubana es indestructible y fabulosa”.
Entusiasmado, regresa a Cuba, en mayo. Vecinos de La Vigía le dan caluroso recibimiento en el aeropuerto. El 15 de mayo, Hemingway y Castro participan en la corrida del pez aguja. Son fotografiados juntos y sonrientes. Era el cuño que faltaba a Fidel Castro para refrendar la amistad con Hemingway ante el mundo.
¿Cómo explicar el entusiasmo del Nobel de Literatura por el joven revolucionario? Tal vez sería necesario retrotraerse a sus vidas, rebosantes de aventuras y peligros, donde podría apreciarse algún paralelismo y diversos motivos para la empatía. El talante aventurero y audaz de Hemingway, y la historia de líder guerrillero de Fidel Castro, propiciaron sin duda comunicación y acercamiento, favorecidos, además, por el corto tiempo de que dispusieron para desarrollarlos.
Hemingway vivió pocos meses bajo el gobierno de Castro, desde mayo de 1959, a julio de 1960, cuando regresa a los Estados Unidos, donde se suicida, en julio de 1961.
Si Hemingway, demócrata, antifascista, soldado por la democracia en las dos guerras mundiales, defensor de la República española, admirador de Castro cuando luchaba contra la dictadura de Fulgencio Batista, hubiera sobrevivido hasta nuestros días, ¿qué pensaría de las falta de libertades en la isla, del irrespeto a los derechos humanos, del vacío institucional y económico por el que más de dos millones de cubanos han abandonado su país, o de los 75 pacifistas, periodistas, sindicalistas y bibliotecarios condenados a enormes penas de prisión, en 2003? ¿Qué podría pensar de su otrora amigo revolucionario, que se perpetuó como dictador por más de medio siglo?