LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -A finales de la década de los 90, comenzaron a originarse en La Habana diferentes proyectos alternativos de carácter sociocultural. Estos andaban buscando el perfil “independiente o autogestionario”. Por aquella época, la connotación de ese perfil equivalía a ponerse un cartelito de “loco o anormal”.
El movimiento cobró fuerza a partir del año 2000. Básicamente, se podía decir que estaba naciendo una generación de nuevos gestores de cambios. Tal vez se fomentaría la primera plataforma de reformas, proveniente de un sector de la juventud. Años después, alguien denominó a ese segmento como la “Generación 00”.
Para el año 2003, este movimiento de jóvenes con inquietudes se había convertido en la avanzada de la vanguardia artística y sociocultural. Afincaban fuertes sus voces los proyectos Matraca Producciones, Omni Zona Franca, Cátedra Haydeé Santamaría, Estudios Culturales de Nuestra América, así como los espacios de intercambios filosóficos y literarios “La Fábrica” y “La Clínica”. Nacían una serie de revistas experimentales independientes como Desliz, 33 y un medio, Cacharros…
Sin embargo, este empuje habría de ser coartado por el inicio de la ola de represiones a propósito de la circulación, en la capital, del Proyecto Valera, en el año 2002. Recuerdo vivamente que desandábamos revolcando las calles de La Habana, los suburbios, así como los intricados parajes de carreteras en la antigua provincia La Habana. Hubiéramos querido llegar a firmar el proyecto Varela, pero ello no estuvo a nuestro alcance por motivos que nunca lograremos descifrar. Sin embargo, en nuestros corazones y mentes, apoyábamos este proyecto de reforma constitucional.
Puedo recordar la represión psicológica que recayó sobre nosotros para que firmáramos un documento, emitido por el partido comunista, en 2003, como respuesta al Proyecto Varela. El “cómo” sobrevivimos la Primavera Negra de 2003 fue algo que está escrito en un proyecto de novela aun inédito. Recuerdo cómo se llevaron a varios de nuestros amigos detenidos por el “plan Coraza” para la cárcel de Pinar del Rio.
Otro hecho significativo fue el brutal cierre del Patio de María, espacio público para la música rock. Luego vino un periodo de disgregación, una desbandada hacia una especie de letargo. El país se balanceaba como la marea, sin norte previsible. Esto marcó un largo periodo de reacomodo. Algunos de los proyectos socioculturales se reajustaron hasta llegar al verano de 2007, con nuevas perspectivas.
Ese verano fue un nuevo despertar, los sobrevivientes de la Primavera Negra ya éramos más conscientes. Habíamos perdido el miedo, y sabíamos de los cambios sociales que necesitaba el país. Por aquel entonces tuvo lugar la creación de la plataforma de unificación denominada “Voltus-V”. Sin embargo, este proyecto no prosperó, debido a desacuerdos entre los líderes del proyecto.
A finales de 2009, los proyectos socioculturales independientes cayeron en el colimador de los órganos represivos. El detonante de esta escalada fue la denominada “Marcha por la no violencia”, protagonizada por varios de estos grupos en la capitalina avenida 23. Este hecho coincidió con la violenta detención de Yoani Sánchez, Orlando Luis Pardo y Claudia Cadelo. También comenzó su calvario el contratista estadounidense de origen judío Alan Gross.
Los meses que siguieron a estos hechos fueron de dura prueba para todos. Varios proyectos cesaron o bajaron su perfil. Otros, como Matraka, sufrieron la confiscación gubernamental de su evento-festival Rotilla.
Sin embargo, en el día de hoy, y a diez años de aquella dura y oscura primavera, otro paisaje se perfila. Los que sobrevivimos y nos quedamos en la Isla, queremos construir el país que deseamos. Para nosotros la Primavera Negra fue una lección que nos permitió convertirnos en lo que hoy somos, gestores de la primavera de la democracia en Cuba.