CIENFUEGOS, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – Mateo es un hombre sencillo, nacido y criado en el campo. En las pasadas elecciones promovidas por el gobierno cubano fue electo delegado al Poder Popular para representar a la comunidad en que vive. Es su segundo mandato, por lo que no se siente impresionado ni se hace ilusiones. Hace mucho que comprendió que ser delegado no es algo trascendente.
Durante el primer periodo aprendió a fuerza de frustraciones y fracasos, que su papel como representante del pueblo no pasaba de ser la de un vocero sin poder ni influencia para solucionar los problemas postergados por décadas.
Romper su fe en el sistema le costó noches de insomnio, de cuestionamientos constantes a la ideología, al discurso oficial. Sólo una realidad lacerante, sobre la cual se estrellaban las arengas vacías de la dirigencia local, pudo abrirle las puertas al entendimiento, y de su vocación sincera nació el compromiso de no seguir justificando lo mal hecho.
Su propia conciencia lo fue adentrando en el laberinto de la verdad y en él fue descubriendo lo equivocado de sus actos y pensamientos pasados. Fue en medio del fragor de la lucha interna que decidió que en lo adelante, su compromiso sería sólo con aquellos que habían depositado en él la confianza.
En este punto lo encontré. Luego de un saludo formal, le hablé acerca de los cambios que se requieren para que el país no siga desangrándose. Me dispuse a esperar la réplica, y lejos de combatir mis argumentos los defendió. “Tu llevas razón en lo que dices – me dijo-. Poco es lo que han hecho en estas 5 décadas por mejorarle la vida al pueblo. Mira, lo que pasa es que existe un grupo de personas que lo tiene todo, una nueva clase de compinches que se ha hecho cómplice de todo lo malo, promoviendo intereses contrarios a los ciudadanos. Mientras los de abajo sufren, estos tipos sólo quieren resolver sus problemas. Mi único compromiso como delegado es con los que me eligieron. Mi meta es ayudarlos, y mientras no roben, o no afecten con sus actividades el bienestar de los demás, que se defiendan como puedan, que la cosa ya está muy dura como para seguir apretando”.
Quedé mudo, pero salió a flote una idea que me acompaña siempre: los cubanos estamos echando a un lado las discrepancias ideológicas y poniendo mayor atención a las cuestiones esenciales que nos afectan. Esto ha provocado que las posiciones fundamentalistas e irracionales del pasado vayan quedando en el olvido.
Este hombre es un exponente de la nueva mentalidad que se va imponiendo. Por encima de designaciones políticas y de la adhesión que el gobierno le exige al ciudadano, Mateo se siente motivado únicamente por el mejoramiento de su pueblo.