GUANTÁNAMO, Cuba, junio, www.cubanet.org -El pasado cinco de junio se cumplieron cien años de la publicación de Arabescos mentales, poemario del poeta, periodista, abogado, maestro, político e historiador guantanamero Regino E. Boti. No fue un libro más, ni estamos ante un intelectual cualquiera, pero el suceso no tuvo ninguna resonancia en la prensa nacional, ni en los medios de la provincia, salvo una escueta información ofrecida por el telecentro Solvisión, y un recordatorio entre algunos intelectuales participantes en el concurso de Artes Plásticas y Literatura que lleva el nombre del poeta.
Boti, nacido el 18 de febrero de 1878, es el intelectual más sobresaliente de esta zona del país, y constituye un ejemplo de organicidad y constancia. Luego de cursar la primera enseñanza en Guantánamo, entre 1895 y 1898, vivió en Barcelona, a donde fue enviado por su padre para impedir que se enrolara en las filas independentistas.
A principios del siglo XX, regresó a Cuba, y trabajó como director de escuela primaria. Luego, entre 1902 y 1904, estuvo en República Dominicana, donde fue auxiliar de mayordomía en un ingenio. Al regresar a Guantánamo, fue maestro de escuelas públicas y cofundador del Partido Conservador, del cual llegó a ser presidente, entre 1920 y 1922.
En 1913, precisamente el año de la publicación de Arabescos mentales, con treinta y cinco años de edad, Boti se graduó como bachiller, y cuatro años después se graduó como Doctor en Derecho Civil, en la Universidad de La Habana. En 1918, obtuvo el título de Notario Público, profesión que ejerció junto con la de profesor de gramática y literatura del Instituto de Segunda Enseñanza de Guantánamo.
En 1941 fue delegado a la Segunda Conferencia Americana de Cooperación Intelectual, y en 1942, con sesenta y cuatro años de edad, se graduó de Doctor en Filosofía y Letras, en la Universidad de La Habana. Colaboró con numerosos periódicos y revistas y fue miembro de la Academia de Historia de Cuba, de la Academia Cubana de la Lengua y de la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Letras de Cádiz(1).
Arabescos mentales marcó un hito dentro de la poesía cubana. Muertos Julián del Casal y José Martí, en la última década del siglo XIX, la lírica nacional quedó en total oscuridad, salvada únicamente por los destellos de los malogrados hermanos Pío Urbach y por Juana Borrero. Los críticos han calificado el período que va desde la publicación de Bustos y rimas, en 1893, de Julián del Casal, hasta el momento de la publicación del libro de Boti, como “marasmo lírico”. Según el propio Boti, “Arabescos mentales inició la única revolución literaria que se ha producido en Cuba”(2), acontecimiento que se reafirmó con la publicación de los poemarios Ala, en 1915, de Agustín Acosta, y Versos precursores, en 1917, de José Manuel Poveda. Los tres eran poetas del interior del país, y con sus obras levantaron la lírica nacional e hicieron que los intelectuales de la capital dirigieran hacia ellos sus miradas asombradas.
De la devoción que específicamente Boti despertó en los medios intelectuales habaneros, y en gran parte del país, da fe la abundante correspondencia reunida en los libros Epistolario Boti- Marinello, Boti-Guillén, Epistolario Boti-Poveda, Cartas a los orientales y más recientemente el primer tomo de Cartas de aquí y de allá.
La acendrada intención de perfeccionamiento estilístico que alcanzó su clímax en El mar y la montaña(1921), y continuó en La torre del silencio(1926) , Kodak ensueño (1929), y Kindergarten(1930), ha atraído para Boti el justo calificativo de primer gran poeta cubano del siglo XX, además de ser considerado, junto con José Manuel Poveda y Agustín Acosta, como lo más sobresaliente de la poesía cubana del primer cuarto de siglo de la pasada centuria.
Si Boti hubiera escrito únicamente Arabescos mentales, ello habría bastado para que se celebrara dignamente el centenario de dicha obra, pero de nuevo una fecha significativa para la cultura nacional ha pasado sin penas ni glorias, al extremo de que el periódico Venceremos, en su edición semanal correspondiente al pasado 7 de junio, no hizo mención alguna sobre el suceso, ni sobre el resultado del concurso nacional que lleva el nombre del bardo, el cual, a pesar de ser uno de los más antiguos del país, ha ido declinando hasta convertirse en algo bien distante de la relevancia cultural que alcanzó en la década de los ochenta.
Este corresponsal ha dejado constancia del abandono en que se halla la casa natal del poeta (-3), una situación que más de 10 meses después de la publicación del último artículo, continúa agravándose. De no ser por la ayuda de algunas personas y por el interés del Dr. Regino G. Rodríguez Boti, nieto y albacea literario del poeta, algunas habitaciones de la casa ya se habrían desplomado.
El inmueble, declarado Monumento Nacional, merece la atención del gobierno, como también la merece todo lo relacionado con la obra del principal intelectual del terruño. Es hora de que los funcionarios de Guantánamo se percaten de que la cultura es mucho más que unos bafles expandiendo música y unos kioskos vendiendo bebidas alcohólicas, para alejar de lo realmente trascedente a quienes, teniendo a su alcance un tesoro intelectual de significativas resonancias, aún lo desconocen y hasta pueden perderlo para siempre, gracias a la inefable contumacia de la desidia.
Notas:
(1).-Estos datos aparecen en la p. 152 del tomo I del Diccionario de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980.
(2).-Boti, Regino E., en “Notas acerca de José Manuel Poveda, su tiempo, su vida y su obra”, publicado originalmente por la Casa Editorial “El arte”, Manzanillo, en 1928 y reproducido en el libro “Regino E. Boti, Crítica Literaria”, publicado por Ediciones Unión en 1985, selección, prólogo y notas de Emilio de Armas.
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