LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Mi socio Rufo ha muerto. Era un “gay revolucionario” que salió del closet hace unos años, cuando la madurez personal lo llevó a quitarse las mascaras de la vida y asumirse como tal. Como muchos intelectuales en la isla, jugó a la simulación ante la dictadura, como forma de sobrevivir, sin emigrar.
El guajiro de Cardenas, Matanzas, llegó a la Habana a estudiar Historia del Arte en los años 80. Reservado, pero ambicioso, y pensando que la capital le quedaría chiquita, se decidió a tomarla por asalto.
En el segundo curso se instaló en casa de una profesora, en Infanta y Neptuno, más para huir de la residencia universitaria de F y 3ra, y asegurar su carrera, que por intereses maritales. El affaire fue incomprendido por la burocracia universitaria, y la expulsó a ella del claustro, y a él lo envió al curso de trabajadores, donde se graduó con las máximas calificaciones.
Tan brillante como petulante, era el ejemplo vivo del autosuficiente. Rufo Caballero supo aprovechar desde el principio sus dotes y sustituyó en varias ocasiones a experimentados críticos cinematográficos en programas de televisión. Asímismo, su capacidad de trabajar en equipo lo enlazó a novedosos proyectos plásticos y editoriales, que nacieron en la capital.
Poco después de graduado, a principios de los noventa, Rufo se fue a Colombia donde impartió clases y obtuvo una Maestría en Bellas Artes. Al regreso, a finales de la década, continúo su relación con los proyectos artísticos, pero se concentró en la docencia y la ensayística, donde dejó una sólida obra intelectual a través de varios libros, que sobresalen tanto por su madurez analítica, como por su verbo, culto y barroco.
Doctor en Ciencias del Arte, su talento lo llevó a los escenarios más importantes de la crítica académica, en los medios y en la Universidad de las Artes (ISA), donde era Profesor Titular. Específicamente en los medios, su presencia se afianzó con el grupo de creadores de videos musicales, y en especial con el proyecto Lucas.
Alcanzó a realizar sus primeros trabajos en la dirección de audiovisuales musicales, y era muy probable que pronto que alcanzara un espacio dentro de la creación artística, si la muerte no lo hubiera tocado con su guadaña el pasado 5 de enero.
Descanse en paz mi socio Rufo.