LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -En Cuba, el piropo parece estar moribundo o en terapia intensiva. Quizás sea consecuencia del pragmatismo feroz que se va colando en nuestra vida diaria. O tal vez la nueva generación de féminas entiende el piropeo como una manifestación de subdesarrollo mental o agresión. También, el lenguaje empleado para piropear ha sufrido los desmanes derivados de la grosería y la violencia en el entramado social.
Quien es observador, se da cuenta de que muchas mujeres en las zonas urbanas han adoptado los pequeños reproductores digitales de música (MP3, MP4, IPod), como parte inseparable de sus cuerpos. Han creado un mecanismo de total aislamiento. Definitivamente, no quieren escuchar a quienes las piropean. Lo curioso es que si un extranjero se acerca a preguntarles algo, rápidamente se quitan los audífonos.
En otras circunstancias, donde no están presentes estas tecnologías, muchas féminas no parecen entender el piropo como un mecanismo legítimo de comunicación. El elogio a su belleza no les parece interesante si no va acompañado de una invitación, por ejemplo, a consumir cerveza. ¡Una gran cosa!
Según quien las elogie, así definen el valor del piropo. Si quien lo hace ha llegado ante ellas vestido con ropas y zapatos bien caros y en un automóvil o una moto, no importa que el piropo sea cursi o poco original. La sonrisa fácil y el gesto de agrado serán el avance de mayores logros si, además, el recién llegado porta la billetera llena.
En algunos países europeos, de donde generalmente proviene el turismo que visita la Isla, los manuales recomiendan determinadas medidas de precaución. En el caso de Cuba, se aconseja evitar el denominado “contacto visual”. Esta recomendación es extendida especialmente a las mujeres. He sido testigo de que muchas de ellas siguen el consejo. En sus países de origen existen leyes que consideran fuera de lugar, o como “acoso lascivo”, una simple mirada masculina.
Varios compatriotas, que se han ido a vivir a países donde funciona este tipo de legislación, se vieron obligados a pasar por momentos bien difíciles. Acostumbrados a decirles a las mujeres “hasta alma mía”, han cometido el error de hacer lo mismo allí. La mujer ha buscado a un policía, los ha acusado de “acoso”. Los equivocados “Don Juanes caribeños”, han tenido que enfrentar una demanda que ataca fuertemente al bolsillo, o incluso prisión.
Tal y como van las cosas, supongo que cuando les cuente a mis nietos sobre las modas y los modos sociales de mi época, ya el piropo habrá desaparecido por completo. Así que morirá para renacer, como el ave Fénix. Al menos a la manera en que lo entendemos hoy. Ya en el mundo “normal” (fuera de Cuba) funciona el piropo telemático. De hecho, en los chats privados de internet ya se hace el amor virtual, y es legal.