LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 -Aunque la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, ha dado el “listos” para el inicio del curso escolar 2012-2013, a muchos padres les falta bastante para alistar a sus hijos. Los gastos que implica el nuevo periodo ponen a correr a los cubanos de a pie.
A Laritza, madre de una adolescente que este año ingresa en el nivel secundario, le faltan treinta dólares y algo de buena suerte para asegurar los primeros meses de estudio a su hija. “He recorrido todas las librerías de La Habana y no encuentro libretas”.
La mala calidad de las libretas que entrega el gobierno en las escuelas persuade a los padres que pueden, a comprar las que venden en dólares. Los precios de estos cuadernos oscilan entre cincuenta centavos y cuatro dólares, pero los más baratos se agotan con rapidez. En el mercado de moneda nacional el importe de las libretas es de diez pesos (menos de 50 centavos de dólar) pero escasean o son acaparadas por los revendedores.
“Si dejo a mi hija con las libretas que dan en la escuela, a la semana están rotas”, comenta una de las madres que acompaña a Laritza en la librerías de venta en dólares. Los estudiantes se quejan de que las hojas de las libretas entregadas por el Ministerio de Educación se rasgan hojas cuando escriben o intentan borrar. “Hay que apretar bien el lápiz para que se vea lo escrito y cuando lo haces se rompe la hoja”, opina una niña que acompaña a su madre en la cola.
Comprar cuadernos de apuntes para todas las asignaturas es algo inalcanzable para los cubanos de a pie. Los estudiantes dividen en dos grupos las asignaturas, para destinar las libretas malas a las que consideran menos importantes.
Cuando Laritza termine de comprar los cuadernos, lapiceros y gomas, tiene que ir a la tienda donde venden de forma racionada los uniformes de los estudiantes. Por catorce pesos compró una saya y dos camisas blancas para todo el año, pero no le alcanzan. “Con solo dos camisas hay que lavarlas todos los días; con los calores de las aulas”, aclara la madre. Para resolver el problema, en la misma tienda, los padres compran por detrás del telón uniformes extras. El precio de las camisas, los pantalones y las sayas, comprados por la izquierda, es de cincuenta pesos cubanos (poco más de dos dólares) cada pieza.
Pero la mayor complicación para las madres cubanas en el inicio del curso escolar, son los zapatos que el estudiante usará durante el año. “Si le compro unos tenis baratos, no le duran tres meses, y los caros, no me puedo dar el lujo de comprarlos”, explica Laritza.
Así es que madre e hija se toman dos o tres días recorriendo las tiendas en busca de la combinación calidad-precio. Este año encontraron la fórmula con veinte dólares, aunque faltó la estética, algo que mantiene a la estudiante sin ánimos de ingresar a un nuevo nivel de enseñanza.
El mayor gasto aún está por llegar, será el pago a los profesores particulares para repasar las lagunas que deja la mala calidad de las clases. Durante la primaria Laritza contrató un profesor de inglés para que le enseñara a la niña, porque a pesar de que obtuvo nota final, nunca tuvo profesor, ni examen de la asignatura. Cuando le explicaron que en la secundaria evalúan a los estudiantes por la supuesta base que traen de la primaria, pagó veinte pesos (aproximadamente un dólar) por cada clase de inglés, algo más que un día de su salario.
A Laritza, hematóloga de un centro quirúrgico de la capital, le quedan algunas compras pospuestas para después del inicio del curso. Faltan la mochila y un termo para llevar el agua hervida a la escuela, que prometió a su hija comprar el próximo mes. Y es que anunciar el “listos” desde la cúpula del gobierno es tan fácil como afirmar que están garantizadas las condiciones para el nuevo curso escolar y que la educación en Cuba goza de buena salud.