LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Lucía y Emilio salieron de la consulta médica después de mucho esperar en el policlínico de Guanabo, pueblo al este de La Habana. Sintieron las mordidas del hambre. Pidieron dos pizzas, socorrida comida del cubano, en la cercana pizzería particular El Churro. El cortés empleado -rara virtud en el servicio actual de gastronomía, aun el particular- sirvió las pizzas recién sacadas del horno. Pensando que era olvido del dependiente, Lucía y Emilio solicitaron cuchillos y tenedores para devorarlas allí mismo. Pero la respuesta del empleado los dejó atónitos:
-Nos han prohibido poner cubiertos.
-¿Ni siquiera cubiertos de plásticos?-, preguntaron los clientes.
La respuesta fue otra vez negativa. Y añadió, además, el empleado:
-Hay que comer las pizzas con las manos. Los inspectores no permiten ni un tenedor, cuchillo o cuchara. Orden de arriba, del gobierno. Si descubren alguno, me ponen una multa altísima, y si me sorprenden de nuevo, retiran la licencia.
Sin salir de su estupor, los comensales se interesaron por conocer las razones de tan absurda prohibición. Y volvió a explicar el empleado:
-Este establecimiento tiene categoría de cafetería. La cafetería es para que el consumidor coja su pizza u otro alimento en la mano y se vaya rápido. O eso es lo que dicen los inspectores. También está prohibido que pongamos mesas, sillas o banquetas para que los comensales ingieran el alimento con calma, sentados. La prohibición es general, para todos los particulares. Cubiertos, mesas, sillas, son solo permitidos en los restaurantes.
Resignados, Lucía y Emilio pidieron entonces al empleado que les indicara dónde podían lavarse las manos antes de comer:
-Lo siento –agregó amablemente el empleado-, también está prohibido disponer de un lugar para que el público se lave las manos.
El Ministerio de Salud Pública, por la reciente epidemia de cólera, hace campañas a favor del lavado de manos frecuente, para evitar la trasmisión de epidemias, pero las autoridades que disponen estas absurdas medidas para las cafeterías, demuestran no haberse enterado.
Es posible que tampoco se hayan enterado, o no les importa, que, según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud, se estima que más de 3,5 millones de niños mueren anualmente por diarrea y neumonía, mientras que el simple procedimiento de lavarse bien las manos con agua y jabón reduciría esas muertes a menos de la mitad.
Lucía y Emilio arrancaban pedacitos de pizzas con sus manos sucias, llevándolos a la boca, mientras comentaban sobre los desvelos del médico húngaro Philip Semmelweis, universalmente reconocido como el Padre del Control de las Infecciones, por su defensa del lavado de las manos para evitar infecciones mortales.