LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Durante las dos primeras semanas de enero la prensa cubana ha omitido noticias de interés para la población insular. Olvida, por ejemplo, la declaración del espía Gerardo Hernández, encarcelado en los Estados Unidos desde 2001 quien, en una apelación desesperada desmintió a nuestro gobierno al afirmar que las avionetas derribadas por orden de Castro cayeron en aguas internacionales.
Al intento de salvación del espía se une el éxodo hacia los Estados Unidos de Pedro Álvarez, ex presidente de la empresa Alimport y de la Cámara Cubana de Comercio, el cual fue, además, Viceministro de Comercio Exterior y estuvo a cargo de las compras de alimentos y medicinas en los Estados Unidos desde 2001, gestiones que aun desconoce la población cubana gracias a la omisión de la prensa, tan partidaria y gubernamental que nos deja en el limbo.
En enero del 2011 continua la vieja política noticiosa de legitimar al régimen mediante la manipulación de los sucesos, las alabanzas del sistema de salud, la pasión por las cifras convenientes y por figuras del pasado, maquilladas como contra las ventoleras del tiempo.
El juego noticioso de enero incluye otro capítulo contra Luís Posada Carriles, la violencia en el sur de Sudán y otras desgracias internacionales, casi todas ocurridas en “territorios enemigos”, incluida la Comunidad Económica Europea, que acaba de negarles el transito sin visa por la Unión, a los ciudadanos de Bulgaria, Rumania y Turquía, lo cual preocupa a los censores cubanos, a quienes les parece bien que nuestro gobierno mantenga el permiso de salida y exija la carta de Invitación a los parias de la isla.
La prensa oficial difundió las últimas destituciones y nombramientos de ministros ordenadas por el general Castro; elogió los dictámenes antidemocráticos del presidente de Venezuela Hugo Chávez y de su homólogo de Nicaragua, amiguitos de Cuba. Informó, además, sobre los cruceros ingleses que harán escala en La Habana durante 2011, lo cual favorece el turismo y los ingresos en moneda dura. Olvidó, sin embargo, la ceremonia de entrega del Premio Príncipe Claus a Yoani Sánchez, realizada el viernes 7 en la residencia del embajador de Holanda, pues a la célebre blogger el gobierno militar le negó por octava vez el permiso de salida.
Compensan las omisiones varios artículos elogiosos sobre figuras del pasado que bajan de sus estatuas y aplauden a los jerarcas que reconstruyen el socialismo. Julio Antonio Mella, muerto en México en enero de 1929, y José Martí, nacido el 28 de enero de 1853 y caído en combate en mayo de 1895, son los gladiadores del pasado que deben guiarnos a la victoria.
En el homenaje a Mella, el dios inerte de la escalinata, se exaltó su labor como fundador de la Federación Estudiantil Universitaria y del Partido Comunista, del cual fue expulsado por oponerse a las orientaciones políticas de la Unión Soviética, por lo que se fue a México, donde fue aceptado en el gremio político de los marxistas, cuyos ajetreos compartió en la cama con la fotógrafa y actriz italiana Tina Modotti, amante de otros comunistas. Estas cosas las dicen los contemporáneos del prócer, los periódicos Granma y Juventud Rebelde, se limitan a decir que Mella fue baleado por sicarios del presidente Gerardo Machado, nuestro primer tirano.
Aunque José Martí es el ícono nacional de mayor pegada ética y espiritual, los escribanos de nuestra prensa lo bajan de sus bustos de bronce y lo ponen a pastar en las reuniones de los burócratas y generales que gobiernan la isla como un campamento militar. Tal vez por eso, entre tantas omisiones y homenajes, las gentes de vida cotidiana perciben a Martí, Mella y otras figuras sobredimensionadas, como símbolos del pasado.