LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -La noche del jueves 6 de julio, en el Estadio Latinoamericano, del Cerro, durante el juego entre los equipos de Cuba y Estados Unidos, hubo estentóreos gritos de ¡USA! USA! Los efectivos de Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria que vigilaban el lugar se quedaron pasmados. Cuentan testigos presenciales que “aquello se caía abajo cada vez que los americanos metían un batazo”. Cuando en las gradas empezaron a ondear tres o cuatro banderas norteamericanas, los segurosos y los policías empezaron a llevarse presos a los más entusiastas. Cuatro días después, todavía seguían encerrados en calabozos de varias unidades policiales de La Habana.
En los siguientes juegos, hubo profusión de banderas cubanas y más policías, una especie de brigada de respuesta rápida movilizada por el Partido y la Juventud Comunista, un enorme letrero que exigía “Libertad para los Cinco”, escaso público y menos entusiasmo.
El deporte en Cuba está demasiado politizado, y sobre todo el baseball, que siempre fue el preferido del Máximo Líder. Precisamente por tal politización de la pelota, es que no son pocos los cubanos que le van en contra al equipo nacional -al que identifican con el régimen-, especialmente cuando juega contra los Estados Unidos. “Contra Fidel, hasta en la pelota”, suele decir un amigo.
Muchos cubanos no consideran al equipo nacional como su equipo, sino como el de Fidel. En definitiva, a él y a su revolución, es a quien dedican los jugadores del equipo Cuba sus triunfos y sus medallas. Eso, si no se la dejan en los callos a los segurosos de la delegación y “desertan” (¡vaya palabrita, como si de una guerra se tratara!).
Por si fuera poco, “el equipo de Fidel” está dirigido por uno de sus hijos, médico y no pelotero por demás.
El enemigo, también en la pelota, son los Estados Unidos. Pero, evidentemente, el adoctrinamiento castrista fracasó en inculcar a los cubanos el odio a los yanquis. Más bien consiguió lo contrario.
En el Stadium Latinoamericano se van haciendo habituales los espectáculos bochornosos. Ya no son solo los peloteros que gritan palabrotas y hacen gestos obscenos, o el público que los insulta y se comporta como una tribu de caníbales, especialmente si el equipo Santiago tiene la osadía de ganar un juego a los Industriales en la mismísima capital. También ahora la policía se lleva presos a los que muestran demasiada simpatía por una novena, que por muy juveníl y amateur que sea, no deja de ser considerada enemiga. Esperemos que no los metan en la cárcel por traición ¿a la patria?