LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – Mi nieto, estudiante de secundaria básica, fue al barbero. Cuando regresó, la madre y la abuela vieron el pelado, y se desató el disgusto familiar porque el muchacho no renuncia al “gallito”, un pelado que deja los pelos más largos en la parte superior del cráneo, y con bastante gel lo estiran e inmovilizan a semejanza de una cresta de gallo. El barbero cobra 25 pesos por la obra, pero las autoridades escolares no dejan entrar a los alumnos en la escuela con esos pelados.
La tendencia a la melena o a pelados de fantasía –ahora muy de moda en Cuba- es un fetiche para los jóvenes, que no conocieron las décadas de los sesenta y los setenta, cuando la policía competía con los barberos, dando tijera a los muchachos melenudos a diestra y siniestra.
Después que se refrescaron los ánimos familiares, dije al muchacho que me acompañara a comprar la mochila que quería para iniciar el nuevo curso. En la puerta de una céntrica librería habanera un grupo de jóvenes esperaba para comprar mochilas, bolígrafos y otros artículos que sólo pueden adquirirse en moneda convertible.
“Hay que comprarlo todo en dólares, imagínate que el dinerito que guardo para otra cosa ahora no me queda más remedio que gastarlo en una mochila que vale casi 10 dólares” –dijo una joven madre.
Alrededor de once mil aulas abrieron las puertas este mes a los estudiantes de todos los niveles, según informó el Ministerio de Educación. A lo largo y ancho de la isla, niños, adolescentes y jóvenes encaminan sus pasos, cada mañana, a las escuelas.
También afirman las autoridades que “todo lo necesario está garantizado” para el mejor desenvolvimiento del curso escolar, aunque no todo es tan ideal como lo pintan., porque el sistema educacional está también en crisis y ni siquiera hay los profesores necesarios.
No solo faltan profesores calificados, en muchas escuelas no hubo ni planillas suficientes para tomar los datos de las solicitudes de matrícula, y fueron los profesores, los directores y hasta los padres de los alumnos quienes se las agenciaron de cualquiera modo para cumplir el requisito.
El regreso a las aulas siempre produce estrés en los profesores, para quienes el inicio de curso es algo así una arrancada similar a una competencia olímpica, porque tienen que comenzar por limpiar la escuela, reanudar al proceso de la documentación de inicio de curso que exige la burocracia, y volver a preparar las libretas de planeamiento de las clases con los requisitos metodológicos que en cada curso cambian.